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La falta de acuerdo en la negociación del convenio empuja al sector cerámico a una huelga

María Fabra

Entre el 31 de mayo y el 8 de junio los trabajadores del sector cerámico irán a la huelga ante la falta de acuerdo en la negociación del convenio colectivo con la patronal, Ascer. Convocados por CC OO y UGT, más de 25.000 trabajadores y 230 empresas se verán afectados por el paro que hoy se notificará al Tribunal de Arbitraje Laboral, para reunir a las partes el próximo 5 de mayo e intentar impedir la protesta. Sin embargo, tanto el representante de la Federación de Construcción, Madera y Afines (Fecoma) de CC OO, Juan Escudero, como el representante de la Federación de Madera, Construcción y Afines (MCA), de UGT, Ferrán Ortiz, mantienen escasas esperanzas de que en el tribunal se pueda acordar lo que no se ha logrado en meses de negociación. Por su parte, Ascer emitió ayer por la tarde un comunicado en el que emplaza públicamente a las centrales sindicales "para continuar con el diálogo y la negociación". Si tras la primera semana de huelga continúa sin haber acuerdo, los sindicatos han previsto que el paro se repita entre el 14 y el 21 de junio. La patronal ha condenado estas "fórmulas de presión".

Tras 18 sesiones de negociación, los sindicatos han entendido que el documento de propuesta presentado ayer por Ascer era muy similar al del principio de las negociaciones. Hace días que los sindicatos venían advirtiendo de que las diferencias entre los representantes de los trabajadores y los de los empresarios estaban muy alejadas, lo que la patronal interpretó como una medida de presión para la negociación del convenio colectivo.

Entre las reivindicaciones que los sindicatos consideran fundamentales se encuentra un incremento salarial del 4% y el respeto a la antigüedad, mientras critican que la patronal aproveche la crisis del sector para recortar los derechos de los trabajadores. Ascer sostiene que en la última reunión, celebrada ayer, modificó su propuesta y ofreció ocho horas de reducción de jornada, el incremento del IPC real y aceptó algunas propuestas de las centrales sindicales como las relativas a la prevención de riesgos laborales e igualdad de oportunidades. La patronal mantiene que "es el peor año para una huelga que es mala para el sector, mala para las empresas, y mala para los trabajadores porque afectará negativamente al empleo".

El ajuste industrial y comercial, las exigencias de la Directiva de Comercio de Emisiones, la devaluación del dólar respecto al euro, la aparición de nuevos y cada vez más potentes países productores, como China, Irán y Brasil, son algunos de los argumentos de los empresarios para reclamar la aceptación de "la realidad actual y negociando en consecuencia".

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