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SOMBRAS NADA MÁS | Jorge Valdano, director general deportivo del Real Madrid
Columna
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El hombre que quiso ser Jorge Valdano

Juan Cruz

EL REAL MADRID ESTÁ MAL, ha perdido algunas competiciones en las que sus triunfos son legendarios; el domingo pasado, ante Osasuna, el desastre fue brutal; como cuando pasa algo así la gente no mira al banquillo, sino al graderío, a ver dónde está Jorge Valdano, el director general deportivo del club más importante del mundo. Lo ves allí, con el rostro ensombrecido por la derrota, pero de pronto se ajusta la corbata, se alisa el pelo con un gesto que debe venirle de su experiencia de esteta también en el terreno de juego, y se apresta a contestar las preguntas sobre el fracaso: lo hace sin arrogancia, como se defendió siempre de las desgracias, con la voluntad de entender qué pasa para poder afrontar el minuto siguiente. De esa voluntad de superar obstáculos está hecha su vida. Otra cosa aprendió por el camino, y viene de una frase de Julio Cortázar: "No se culpe a nadie". Y es difícil verle acusar a otros de los males que sufren todos. Ni a la naturaleza la maldice, y ésta le jugó una mala pasada: le echó del campo disfrazada de gravísima hepatitis. La voluntad le salvó, es su aliada.

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Pudo haber sido cualquier cosa, desde un futbolista mediocre a una gloria en el campo, y ha conseguido ser Jorge Valdano. Y hoy esa marca dice, en el mundo del fútbol, mucho más que un nombre. Sus enemigos destacan de él que es un hombre de palabras (cuando, además, es un hombre de palabra: el Real Madrid le tentó una vez, cuando entrenaba al Tenerife, y no se vino al club que le hizo porque tenía un contrato en vigor...), y fijándose sólo en eso, en las palabras, no se dan cuenta de la esencia de su carácter: la voluntad. Para ser alguien en el fútbol se atrevió, cuando tenía 19 años, a marcharse del seno materno, en Rosario, Argentina, y no sólo cambió de país y de clima, sino de expectativas: quería ser un gran futbolista en un territorio inesperado. Se fue al Alavés, en Vitoria, España, y se fijó una idea: ser un día del Real Madrid, un sinónimo de triunfo en el fútbol. Diez años después, tras un interregno en Zaragoza, convirtió el sueño en acto y comenzó una carrera en el equipo blanco; fue jugador, líder, entrenador y ahora es director general. Y, además, ya es madridista, su alma es blanca... ¿Tanto como para no entrenar, algún día, por ejemplo al Barcelona? Tanto.

No sólo hizo en España lo que vino a hacer, sino que jugó dos campeonatos del mundo con la selección de su país y en uno de ellos (el de 1986) marcó un gol que en ese momento a él le supo a gloria inolvidable: con él estaba Maradona y Argentina fue campeón del mundo.

Y no es que haya olvidado ese instante, pero tampoco marcó su vida tal gloria, porque, aunque su carácter melancólico podía haberlo inclinado hacia la nostalgia, se recuperó pronto de la vanidad de recordar triunfos... Hasta que se dio cuenta, seis meses después de ese triunfo, de que la vida iba en serio: una hepatitis cabrona le retiró del fútbol y le convirtió en un hombre que hoy valora más la salud, la vida y la familia (Marta, su mujer; sus hijos, Jorge y Naiara...) que los trofeos del campo.

Mientras fue futbolista, leía dos horas diarias, como ahora, y ese aprendizaje voluntarioso le convirtió en una persona cuidadosa de las palabras y de las ideas, le dio lenguaje: escribió artículos, comentó partidos, publicó libros..., y se hizo una fama excepcional en el mundo del fútbol: no sólo hablaba bien, sino que jamás decía tacos, ni siquiera en la grada... Se burlaron de él por hablar bien; ya se cansaron.

¿Y qué pasará con su club? En peores momentos ha estado Jorge Valdano; le inquieta la incertidumbre, cómo no, pero no sabe vivir sin ella... En Gabriel García Márquez leyó la expresión con la que tanto se le identifica: "El miedo escénico". ¿Lo padece ahora? No, en la incertidumbre está como pez en el agua, siempre va su voluntad unos pasos por delante de su presente. ¿Y en el futuro se le puede vislumbrar bajando al terreno, sentado otra vez, como insinúan algunos, en el sitio que fue de Del Bosque y ahora es, parece que provisionalmente, de Queiroz, a quien él fichó? Los que lo conocen de cerca mueven la cabeza en nombre de Jorge Valdano. Y la respuesta es: No, no se va a sentar otra vez ahí abajo.

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