IU fracasa en el primer intento de unidad y no logra configurar por consenso la nueva ejecutiva
El órgano de dirección fue elegido mediante votación de dos listas alternativas
Izquierda Unida ha comenzado con mal pie la nueva etapa de unidad interna que acordaron emprender tras las elecciones del 14 de marzo. El Consejo Andaluz, máximo órgano entre asambleas, no consiguió ayer rebasar la primera prueba y consensuar la ejecutiva que, finalmente, fue elegida por votación entre dos listas, una del sector oficial y otra de la corriente crítica. La primera obtuvo 32 miembros y la segunda 17. El coordinador, Diego Valderas, expresó sus dudas de que los críticos quieran la "síntesis", aunque aseguró que seguirá apostando por la unidad.
La confrontación de las dos listas alternativas varió poco el resultado final de la composición de la ejecutiva, ya que Diego Valderas había ofrecido a la corriente crítica 18 miembros y por votos consiguió uno menos, 17 (34,4%); frente a los 32 de los oficialistas (65,6%). Pesó más, sin embargo, la lectura política: la incapacidad de lograr por la vía del diálogo una ejecutiva de unidad sin tener que recurrir a los métodos reglados en los estatutos. Aunque el propio Valderas y algunos dirigentes críticos quisieron desdramatizar este primer traspiés, lo cierto es que a IU le va a costar mucho cumplir sus buenos propósitos de acabar de una vez por todas con las reiteradas convulsiones internas.
En la reunión del Consejo Andaluz gravitó ayer más la crisis federal que la andaluza. En las siempre prolijas alocuciones de los numerosos oradores se escucharon duras críticas al coordinador federal, Gaspar Llamazares, por el contenido y tono de su discurso en la sesión de investidura de José Luis Rodríguez Zapatero como presidente del Gobierno. Desde la matizada de Concha Caballero, -que criticó el aire a de "compadreo" con el socialista, aunque dijo que no se podía haber votado que no-, hasta la "vergüenza" que dijo sentir el dirigente de la CUT Juan Manuel Sánchez Gordillo.
El ex portavoz en el Congreso Felipe Alcaraz quiso cortar el hilo del argumentario contra Llamazares que fueron hilvanando los críticos en sus tomas de palabra de manera contundente. Tras atribuir a Valderas una casi entrañable "ingenuidad" por abrirse a la integración, acusó a la corriente alternativa de forzar una asamblea extraordinaria en Madrid, pese a que el el debate anterior no se había planteado. "Yo no me apunto a ninguna rebelión frente a la dirección federal", dijo.
Según explicaron los críticos, en las negociaciones con Valderas habían solicitado ocupar una de las tres áreas de gestión que tienen más calado: Política Institucional, Organización o Finanzas, además de un número de miembros superior a los 18 que les ofreció el coordinador, ya que, señalaron, el porcentaje (35%) se aleja mucho del 41% que este sector obtuvo en la asamblea. No obstante, fuentes de la dirección aseguraron que la distribución de las áreas de la ejecutiva está aún por definir y que no ha habido ninguna negativa.
El coordinador cerró la reunión lamentando sus "dudas" respecto a que se quiera avanzar en la nueva etapa de síntesis y, tras replicar a Alcaraz que no es "ningún ingenuo", dijo ser consciente del riesgo que suponía abrir una nueva etapa política, que "no se puede construir en dos días ni solventar con la inclusión de nombres en una ejecutiva". "Veo a algunos compañeros más preocupados de las matemática que de la política", comentó.
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