El Valencia pasa silbando
Pellegrino y Rufete tumban a un flojísimo Girondins de Burdeos
Con el mínimo desgaste, el Valencia se clasificó ayer para las semifinales de la Copa de la UEFA, en las que se medirá al Villarreal en un duelo español, en una eliminatoria que se prevé mucho más reñida que la disputada por el conjunto de Benítez ante el Girondins de Burdeos, cuyo prestigio salió malparado del campo de Mestalla. El equipo francés decepcionó frente a un contrario que volverá a jugar unas semifinales de la UEFA después de 40 años.
Finalizada una aburrida primera parte, quedaba la duda de si el Girondins se había reservado para la segunda parte. Pero nada: el cuadro que entrena Michel Pavon se dio de bruces con la rotunda superioridad del Valencia, que hizo trizas sus opciones con dos goles en siete minutos. Primero en dar fue el argentino Pellegrino quien, en plan de su compatriota Fabián Ayala -ausente del terreno de juego por descanso-, abrió la lata francesa con un contundente remate de cabeza. Pocos minutos después, en el 59, Rufete culminó un rápido contragolpe y sentenció la eliminatoria.
El primer tiempo fue un tostón insoportable. Entre que el Valencia jugó a medio gas y el conjunto francés tiene poco donde rascar, el partido fue consumiéndose sin un maldito detalle que llevarse a la boca. Faltó hasta nervio, algo que ambos equipos debieron olvidar en el vestuario.
La actitud del Girondins fue cuanto menos algo extraña. Obligado a forzar la máquina para levantar la eliminatoria (perdió 1-2 en la ida en Burdeos), al conjunto francés le faltó chispa -y por supuesto fútbol- para meter en aprietos a un Valencia que apenas pasó dificultades. No necesitó el equipo que entrena Benítez presionar mucho para arrebatarle enseguida la pelota a un rival tan limitado como permisivo. Por no tener, el Girondins no tuvo ni mala leche, como si alcanzar los cuartos de final de la UEFA colmara sus aspiraciones.
De la indolencia del Girondins dio buena cuenta Pellegrino, quien le ha cogido gusto a eso de plantarse en el área contraria en cuanto su equipo se dispone a lanzar un saque de esquina o cualquier cosa que se le parezca. El larguirucho defensor argentino no paró en la noche de ayer hasta conseguirlo. Y al final se salió con la suya: se elevó entre la defensa francesa para conectar un potente cabezazo que entró como un obús en la meta de Ramé. En ese momento murió definitivamente el Girondins. Todo lo que ocurrió luego, el gol de Rufete y el posterior de Costa, sólo sirvieron para animar un poco el cotarro.
Después de 40 años, el Valencia vuelve a unas semifinales de la UEFA.
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