Pellegrino libera al Valencia

Toda una vida peleado con el gol, lo suyo siempre fue evitarlo, Pellegrino lo encontró cuando más lo necesitaba su equipo. Justo cuando el Valencia era preso de la ansiedad en que le había metido el Murcia, que se había defendido muy bien hasta ese instante, a falta de un cuarto de hora para el final. En una temporada en que ha sufrido muchísimo -primero por las lesiones, pero sobre todo por esa lipotimia que tanto lo asustó en La Rosaleda-, Pellegrino por fin disfrutó de una gran alegría. Marcó el decimosegundo tanto de su carrera, el primero de la temporada, cumpliendo así su ritual de cada año: en sus cuatro campañas en Mestalla, ha sumado un gol cada curso salvo en uno, que no se estrenó. Pellegrino, en fin, desbrozó el camino por el que Mista pisó de lleno al anotar su decimooctava diana del campeonato. La grada respiró tranquila después de un mal trago y aplaudió a rabiar a Carboni en su sustitución. Tenía motivos. El lateral izquierdo italiano, de 39 años, volvió a ser la locomotora que lanzó a sus compañeros cuando cada vez menos creían en la victoria. Su espíritu optimista contagió a la grada y acabó saliendo acompañado por una enorme ovación.

Antes, sin embargo, el Valencia lo pasó falta. Un morenísimo John Toshack asistía satisfecho desde la banda al buen partido defensivo de su equipo. Sus tres centrales desbarataban sin agobios el bombardeo aéreo valencianista. Y sus jugadores de banda cerraban casi todos los caminos a los extremos. De uno de ellos, Vicente, se habló en alabanza durante toda la semana, pero ayer actuó como abrumado por oir su nombre tantas veces y de forma tan hiperbólica. Sí alcanzó la línea de fondo, superando por tanto a los laterales, pero sus centros fueron defectuosos. Del otro extremo, Rufete, apenas hubo noticias. Ninguno de los dos halló el hilo al encuentro. Tampoco su equipo, muy incómodo en la primera parte. Por mucho que la clasificación marcara que se trataba de un choque decisivo, al Valencia le costó encontrar la motivación suficiente. Sin apenas público por culpa de la nocturnidad del domingo, el cuadro de Benítez jugó sin el nervio habitual.

Baraja parecía el único capaz de romper el partido. Aunque fuera a costa del duro Acciari, con quien ya mantuvo en La Condomina en la primera vuelta un duelo del que saltaron chispas. En la media punta Benítez apostó por Sánchez, que cubría la baja de Aimar, lesionado. Era la primera vez que Sánchez era titular en la Liga, pero estuvo desafortunado.

El Valencia comenzó el segundo tiempo tan espeso como había terminado el primero. Y el Murcia, cada vez más seguro de su propuesta, sacaba a relucir los buenos detalles de Luis García, que ponía de los nervios a los defensores locales. Y también al público, sobre quien caían los minutos como losas. Mientras, Toshack seguía aplaudiendo a sus jugadores desde la banda.

Benítez optó por Xisco para tratar de encontrar la chispa que le faltaba. Y el Valencia empezó a presionar de veras a la portería de Juanmi. Especialmente por la potencia que imprimió Carboni desde su rincón izquierdo. Sus arrancadas de juvenil fueron el toque de corneta que necesitaba su equipo para atacar.

Aún así, la ansiedad se iba apoderando de los hombres de Benítez, y el cuadro de Toshack notó que podía haber llegado su hora. La hora de encontrar espacios para atacar. Sobre todo porque había entrado Michel, con todo lo que eso supone: la calidad sube muchos enteros.

Siguió el conjunto valenciano jugando muy en largo puesto que cada vez desconfiaba más de su juego en corto. Estaba claro que el partido lo resolvía el Valencia en una acción a balón parado o no lo resolvía. Así que Benítez dio paso a Jorge López, uno de los que mejor golpea el cuero del grupo y dio en la diana. El primer balón que tocó Jorge López, un córner desde la derecha, lo remató Pellegrino a gol de cabeza. Todos pendientes del gran cabeceador, Ayala, y, a su lado, Pellegrino, que acompañaba por si acaso, se encontró de lleno con la pelota. Y la cabeceó potente, por el centro, a gol. Su tanto de cada temporada. Y la quinta asistencia de Jorge López.