_
_
_
_
MATANZA EN MADRID

"En un minuto cambia tu vida, te quedas fuera, cuesta arrancar"

Carmen Morán Breña

Silvia García hablaba con su marido a las 7.35, antes de coger el tren para Alcalá de Henares. Era 11 de marzo y las bombas del cercanías parado en Atocha estaban a punto de explotar. Llegando al andén le decía a su chico: "Estoy en Atocha". En ese mismo momento estalló uno de los vagones. "Creo que es una bomba", repetía por teléfono, pero él no podía oírla. Silvia cuenta el pavor que sintió el muchacho, porque le llegaba el estruendo sin saber muy bien si ella estaba a salvo.

Silvia tiene 30 años y es mediadora social. Iba a Alcalá de Henares porque imparte allí un curso de mediación sociolaboral para trabajar con inmigrantes. "Ya nada es igual". Los días que siguieron al horror ella no pudo trabajar porque tenía problemas musculares, en el cuello. Es una mujer acostumbrada a experiencias fuertes. Ha trabajado con refugiados albanokosovares, con inmigrantes, siempre en el terreno de la cooperación. "En un minuto cambia tu vida", dice ahora. "Te quedas fuera de todo, te cuesta arrancar, nada es lo mismo", repite.

También estaba acostumbrada a montar en trenes, porque su marido trabaja de ingeniero en Puertollano (Ciudad Real), y ella, a un año del aniversario de su boda, iba y venía en el AVE para compartir cualquier día, noche, o fin de semana con él. Antes de estallar las bombas pensaba en lo pronto que él volvería a Madrid y disfrutaba cuando leía La aznaridad, de Vázquez Montalbán, el último libro que llevaba en sus viajes hasta Alcalá de Henares. "Si no hubiera pasado nada, yo habría dado mi clase como cada día y luego habría viajado hasta Puertollano. Pasaba allí las noches y luego me volvía por la mañana. Y hubiéramos ido al cine y escuchado música, que es lo que me gusta", añade.

Pero después de la primera estalló una segunda bomba, y una tercera, y la vida de Silvia, como la de otros centenares de viajeros del tren, no ha vuelto a ser igual. En Atocha volaban los zapatos, y parecía que el techo se venía abajo por los cascotes que caían.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_