Ponce se viste de gala
Una faena grande de Ponce al cuarto y un gran toro ese cuarto. Bravo y entregado el de Domecq, rompió alegre para dejarse llevar en la mágica muleta del valenciano. Una vez Ponce vestido de gala, la faena fue un abanico de matices, que manejó varias virtudes a la vez, a saber: temple, calidad, torería y una gran imaginación por variada. También inteligencia. A toro bravo y noble, respuesta sin reservas de un torero que atacó lo justo y necesario para que el toro desarrollara su interior. Labor para disfrute propio y del personal, que se volcó con el torero como no lo había hecho con nadie en esta feria.
Alguna voz, exagerada apreciación, solicitó el perdón del toro. Mas Ponce no dio opción a que la polémica se instalase. Cortó el metraje de una faena ya de por sí larga y se echó tanto encima del toro que la espada le quedó algo pasada. Con ese triunfo, Ponce abría su puerta grande número 30 en Valencia. Todo un récord. Al toro, uno de los más cortos de trapío de la tarde, lo ovacionaron en el arrastre.
Domecq / Ponce, Barrera, Manzanares
Toros de Juan Pedro Domecq. Desiguales de presencia y nobles. Destacó el quinto. Enrique Ponce: entera baja y algo trasera (silencio); estocada pasada (dos orejas). Vicente Barrera: casi entera algo atravesada y dos descabellos (vuelta con petición); dos pinchazos, aviso, otro más y estocada (saludos). José María Manzanares: entera baja (saludos con división); entera baja (palmas). Plaza de Valencia, 19 de marzo. 6ª de feria. Casi lleno.
Signo contrario en el primer capítulo de la corrida. Ponce no pudo empujar la mole de carne insustancial que saltó al ruedo y la faena quedó aparcada en un mar de probaturas, que le dio un aire definitivamente insulso.
Dócil, noble y justo de fuerzas fue el segundo. Cualidades apreciadas por Barrera que sirvieron para que ambos, torero y toro, se pusieran de acuerdo. Bien atadas las series, y templadas, Barrera le propuso al de Juan Pedro Domecq guardar las distancias.La faena se firmó sólida.
Otro noble toro, uno más, resultó el quinto. El aparente aire frágil de Barrera fue haciendo camino paso a paso. Fue un goteo de faena, que a cada muletazo conquistaba la voluntad de un toro que acabó mejorado. La izquierda fue el centro de atención de un trabajo hilvanado, que acabó remachado por una muy buena serie de naturales.
Igual inseguro que confiado. Unas veces con la sensación de poder y otras con la impronta de no atreverse. Una tarde de Manzanares, en fin, salpicada y discontinua. En el tercero, insignificante de presencia, rectificó la posición más de la cuenta. Con el sexto pareció pensar más en la faena que en el toro y los dos protagonistas acabaron por no entenderse.
Matinal de rejones
Por la mañana se celebró el clásico festejo de rejones, en el que el lusitano Rui Fernandes y el benidormí Andy Cartagena hicieron lo más destacado, al cortar una oreja cada uno. Leonardo Hernández, Fermín Bohórquez, Álvaro Montes y Sergio Galán fueron aplaudidos. Se lidiaron toros de Fermín Bohórquez, que resultaron muy manejables para la lidia a caballo.
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