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Reportaje:

Entre el andamio y el 'rap'

El grupo Hora Zulú prepara su segundo disco tras cantar en más de setenta conciertos 'Me duele la boca de decirlo'

Aitor Velázquez no para de hablar a toda velocidad. Aitor, granadino, "del polígono", de 26 años, es cantante de Hora Zulú, un grupo inclasificable que mezcla rock duro, rap y flamenco. Asegura que tiene "un pie en el andamio por si lo de la música se tuerce". Vive con sus padres y en el último año ha dado más de 90 conciertos por España.

Hora Zulú saco en 2001 el disco Me duele la boca decirlo. "La compañía dejó de pagarnos cuando llegamos a los 6.000 copias. Y dimos 70 conciertos por la comida y la cama. Era una compañía muy punki, muy como nosotros, muy como hay que hacer las cosas, pero nos estafaron. Yo no me di cuenta de lo que había firmado hasta hace unos meses", relata a toda velocidad.

El padre de Aitor, quien emigró al país vasco, le dejó el nombre y la afición por la Real Sociedad. El músico lleva pantalones vaqueros gastados, el pelo largo desaliñado y una braga negra que hace las veces de gorro y de diadema. Reconoce que, a veces, parece un aparcacoches. Así salta al escenario. "Me niego a disfrazarme y a parecer una calcamonía", afirma.

Aitor es el cantante y el compositor del grupo. Lleva 12 años en la música. "Comencé escuchando La Polla Records, que me la ponía mi padre. Yo quería decir las cosas así de bien y de directas". Comenzó con un grupo llamado la Academia del Verso. Era puro rap, cuando en España sólo lo hacían cuatro iluminados. "Era un momento en que tenía que decidir si quería ser dentista o rapero malafollá; decidí lo segundo", recuerda.

"He estudiado Magisterio, pero sólo para tener el título. Empecé Historia, pero no la terminé, la música te quita mucho tiempo. Hacía rap y ahora lo hacemos muy duro, mezclado con el flamenco, pero yo escucho de todo. Desde el reggae hasta la Paquera de Jerez. Soy un Lauren Postigo del rap", concluye.

En medio, trabajos en el campo, de peón de albañil, de pintor. Y siempre, las letras que escribe Aitor. "Quiero decir cosas. Las que me pasan y las que ocurren. No hablo de política porque no quiero que los chavales se pongan una camiseta de anarquía y griten contra los curas y me sigan. A mí me gusta mucho la política, pero si un chaval de 15 años quiere saber de política, que lea libros y que se informe. Yo no soy quien para soltar demagogia en una canción de tres minutos", afirma.

Asegura que, de su primer disco, quitaron las canciones más tranquilas. "No queríamos tener un single. Prefiero vender menos y poder pasear con la cabeza alta porque has dicho las cosas que quieres bien alto, que suavizar el mensaje", relata locuaz. El grupo prepara ahora su segundo disco. Aitor no quiere dejar Granada: "Si me fuera de aquí perdería el contacto con el aire que se mueve en esta ciudad y no lo soportaría".

Dentro de 10 años, asegura que seguirá escribiendo: "No sé si seguiré cantando. Sería cojonudo. Pero escribiendo, seguro, eso no se va a acabar".

Y si no logra vivir de la música no habrá fracasado. "Tengo un pie en el andamio. En mi familia no hay artistas, salvo mi tío el pintor de brocha gorda. Así que mi madre estaría encantada si me levantara a una hora decente para ir a la obra. No me supondría una frustración", advierte. Aunque lo que realmente le gustaría es llegar a tener un programa de televisión para "emborracharse" con sus amigos y hablar de películas de serie B, "como Sánchez Dragó".

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