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Reportaje:

Durango entierra su 'Ría'

Una inversión de 150 millones servirá para soterrar las vías de Eusko Tren y cambiar por completo en un lustro la localidad

"En concepto, la transformación que ha vivido Bilbao con la recuperación de la Ría es comparable con la que va a conocer ahora nuestro municipio". Con estas palabras resume el alcalde de Durango, el peneuvista Juan José Ziarrusta, la revolución urbanística que va a suponer para la localidad el soterramiento de la vía férrea que la atraviesa y divide actualmente en dos.

En un plazo de cinco años, la línea de Eusko Tren quedará completamente oculta bajo tierra. Ésa será la parte más visible de un proyecto que va a suponer una inversión total de 150 millones de euros y que incluirá también el traslado de los talleres de reparación de trenes y la construcción de la nueva sede de la compañía ferroviaria, además del desdoblamiento de la vía entre Amorebieta y Berriz.

Con el soterramiento, la localidad, de unos 25.000 habitantes, ganará seis hectáreas de terreno sitas en pleno centro, que serán ocupadas por zonas verdes, viviendas, un centro de ocio y la propia sede de Eusko Tren. Por lo tanto, la comparación con el proceso de recuperación de la Ría en Bilbao tiene su lógica, "aunque no se pueden equiparar las magnitudes de uno y otro proyecto", puntualiza el alcalde.

Los primeros beneficios del soterramiento del tren los van a notar los conductores y peatones. Actualmente, 14.000 vehículos atraviesan cada día el paso a nivel situado a la entrada del municipio, según un estudio realizado por encargo del Ayuntamiento. Durante las horas punta, pasa un tren cada 15 minutos por ese lugar, con lo que la circulación queda totalmente colapsada. La eliminación de esa barrera aliviará los problemas de tráfico que sufre Durango.

En el apartado de transportes, las primeras maquetas sobre el soterramiento incluían una estación intermodal para trenes y autobuses, una opción que no figura mencionada en las bases del concurso para diseñar el nuevo complejo. Sin embargo, en opinión de Roberto Bermejo, profesor de Economía Aplicada de la UPV residente en Durango, "hay que aprovechar este momento para unificar los diferentes transportes repartidos por el municipio". "Éste es un punto fundamental en cualquier política de transporte", opina este experto, autor de varios trabajos sobre desarrollo sostenible y transporte.

De una forma o de otra, el soterramiento del tren cambiará la vida de una localidad que hasta ahora ha estado partida por un auténtico mar de vías. Antes del final de esta década, ese espacio estará ocupado por un centro comercial y de ocio -Durango cuenta actualmente con una única sala de cine-, un parque de dos hectáreas y media y 554 viviendas. "Son los terrenos más golosos del pueblo y tendrán muchas novias", apunta el responsable de una inmobiliaria con más de 20 años de experiencia en el sector.

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El nuevo espacio se constituirá en el motor de la actividad de una población que quiere consolidarse como una pequeña ciudad de servicios. El proyecto ha levantado esperanzas y temores entre los comerciantes, que aspiran a que el futuro centro de ocio guarde también sitio para las "tiendas tradicionales", explica Xabier Zelaia, presidente de la asociación local de comerciantes. "Esperamos mucho de este proyecto. Atraerá gente y contribuirá a que los durangueses se queden aquí", añade.

Si los comerciantes quieren mantener su presencia en el nuevo Durango, tampoco la Iglesia se quiere quedar atrás y ya ha solicitado al Ayuntamiento la reserva de una parcela para construir un nuevo templo. En palabras del gerente del Obispado de Bilbao, Josu Rekakoetxea, "Durango va a crecer por ahí y pensamos que debemos hacer un esfuerzo para la cobertura parroquial de la zona".

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