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Signos

Una antología rescata la poesía de Manuel Barbadillo

Aunque su apellido evoca de inmediato el mundo del vino y las bodegas, el sanluqueño Manuel Barbadillo (1891-1986) fue, por convicción y dedicación, hombre de letras. Autor de 80 títulos entre estudios históricos, biografías, cuentos, novela, poesía y libros de pensamiento, Barbadillo vuelve ahora a la actualidad literaria gracias a una antología que acaba de editar el Servicio de Publicaciones de la Universidad de Cádiz bajo el cuidado del profesor José Jurado Morales.

El propio Jurado Morales había preparado con anterioridad una antología de carácter localista, Poemas a Sanlúcar, lanzada por el sello sanluqueño Pequeñas Ideas Editoriales. El nuevo trabajo incluye un extenso estudio sobre la poesía de Barbadillo y los distintos perfiles de su personalidad, así como una selección que abarca desde el primer poemario del autor, Rincón del sol (1936) hasta Tristezas (1981).

Jurado Morales explica que "en la obra de Barbadillo se distinguen dos épocas". "Una, hasta los años cincuenta, marcada por una poesía vitalista y de motivos populares, con una clara influencia de Lorca y otros poetas del 27, dispuesta a cantar la belleza de la mujer, el Sur, el vino, las fiestas; y otra, a partir de entonces, metafísica y reflexiva, en la que se pregunta por la muerte, la existencia o no de Dios, la sensación de vejez, la soledad", afirma.

Contacto por carta

En el estudio que precede a la lectura de los poemas, una aproximación biográfica a la figura de Barbadillo oscila entre dos pasiones: su condición de bodeguero y su amor por las letras. "Acaso esa atadura profesional no le permitió una mayor expansión literaria, moverse con libertad por Sevilla o por Madrid. Barbadillo sólo mantiene contacto por carta con gente como Cela, Joaquín Romero Murube, Rafael Laffón, Juan Sierra, Francisco Montero Calvache o Caballero Bonald", señala Jurado Morales.

"Sus primeros libros son editados en Madrid y Sevilla. Tristezas, por ejemplo, salió en la editorial Plutarco, donde publicaban Alberti y Menéndez Pidal. El prólogo lo firma Manuel Machado, que en una carta del año 35 escrita desde la Biblioteca Municipal de Madrid le agradece el envío de una caja de manzanilla Soleá, que más tarde inspiraría su poema a la manzanilla", añade el estudioso.

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Después de estos bríos iniciales, Barbadillo se limitó a las ediciones de autor, pero nunca dejó de escribir. Su trayectoria, por otro lado, no permite hablar de fracaso: llegó a ser finalista del Premio Nadal con una de sus novelas, y fue admitido en las Academias de Jerez, Buenas Letras de Sevilla, Hispanoamericana de Cádiz, Córdoba, San Romualdo de San Fernando, San Dionisio de Jerez y San Telmo de Málaga.

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