El Depor sale de la espesura
Valerón, Luque y Tristán abruman a un pobre Zaragoza y devuelven la alegría a Riazor
En medio de la espesura que lo atenazaba últimamente, el Deportivo halló al fin el claro que iluminase su fútbol. Retornó el Valerón de las actuaciones de gala, Tristán vivió la mejor tarde en meses y Luque prolongó su formidable estado de forma. Sobre los vértices de ese triángulo, el Depor levantó un partido con algunos momentos notables, un choque que devolvió la alegría a un estadio que ya empezaba a descorazonarse por los grises contornos de su equipo. El grupo de Javier Irureta acabó abrumando a un Zaragoza muy pobre de recursos, en el que sólo se salvaron los detalles de Savio, un futbolista que pareció transitar en una órbita inalcanzable para todos los demás.
El lúcido desempeño del Depor tuvo el mérito de sobreponerse a un comienzo infausto, en el que la fatalidad arrojó los peores presagios sobre el cuadro local. El partido acababa de arrancar cuando el palo escupió un remate muy bien orientado de Valerón. En la jugada siguiente, Savio botó una falta sobre el área del Depor con una rosca insidiosa, y la pelota entró por el segundo palo tras hacer una carambola entre Valerón y Generelo. Contra lo que pudo vaticinarse en el primer momento, el gol tuvo un efecto estimulante para el Deportivo, que abandonó ese aire suficiente que suele lastrarle en esta clase de partidos. El equipo supo estar a la altura en un momento delicado. Un tercer tropiezo consecutivo en Riazor habría convocado truenos y borrascas. El Depor lo entendió y se cargó de energía para acometer la tarea. A continuación aparecieron los futbolistas. En primer lugar, Valerón. El Flaco tuvo una tarde hiperactiva y, como la inspiración le acompañó, fue ganando en atrevimiento según avanzaban los minutos. Nunca dudó en conducir la pelota y encarar a todos los contrarios que fuese preciso cuando las posiciones de ataque de su equipo eran poco claras. Y en cuanto veía el hueco, descargaba uno de esos pases que parecen contener la más sencilla y geométrica esencia del fútbol.
DEPORTIVO 4 - ZARAGOZA 1
Deportivo: Molina; Scaloni (Manuel Pablo m. 46), César, Andrade, Romero; Duscher (Sergio m. 81), Mauro Silva; Víctor, Valerón, Luque; y Tristán (Pandiani m. 82).
Zaragoza: Laínez; Rebosio, Álvaro, Milito, David Pirri; Ponzio, Generelo; Galletti, Corona (Vellisca m. 59), Savio; y Villa (Drulic m. 59).
Goles: 0-1. M. 4. Valerón, en propia meta, tras una falta lanzada por Savio. 1-1. M. 14. Gran pase de Valerón al vértice izquierdo del área seguido de un rapidísimo desmarque de Luque, que centra para el remache de Tristán. 2-1. M. 50. Valerón cabecea un córner. 3-1. M. 74. Tristán remata un centro de Luque, que desequilibró por velocidad en la banda izquierda. 4-1. M. 84. Contragolpe que culmina Sergio.
Árbitro: Muñiz Fernández. Amonestó a Víctor, Galletti, Scaloni, Generelo y al entrenador del Zaragoza, Paco Flores.
Unos 25.000 espectadores en Riazor.
A Valerón no le faltó compañía para fundar el consorcio que decidió el partido. Luque fue su mejor pareja. Cada vez más instruido en los secretos de la banda, ha mejorado mucho físicamente y su velocidad de arrancada resulta imparable. El gol del empate fue una muestra del catálogo de Valerón y Luque. El primero buscó un pase por dentro hacia el vértice del área. Luque pisó el acelerador, llegó antes que nadie y sirvió a Tristán para que remachase. El delantero fue el más beneficiado de la productividad del equipo en la media punta y la banda izquierda. Sin hacer un partido brillante, Tristán cazó dos goles y se marchó con la satisfacción de los vítores que le dedicó Riazor, tan severo con él en otras ocasiones.
El Deportivo tuvo que esperar al segundo tiempo para desequilibrar el partido. Mostró ciertas dudas tras el empate, cuando afloró esa pulsión conformista que tanto desespera a veces a su gente. Pero Valerón y Luque no cejaron. Y la segunda parte del Depor resultó incontestable de principio a fin. El Zaragoza acabó totalmente descompuesto. En el comienzo había parecido un equipo bien aseado, con la guinda de un Savio que rememoró sus mejores años. Pero el empuje del Depor lo fue achicando, y acabó como simple testigo de la tarde en que Riazor vio de nuevo la luz.
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