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El reajuste del censo electoral en ocho provincias perjudicaría al PP en dos escaños

Bajaría en Asturias, Pontevedra, Cáceres y Sevilla y subiría en Madrid y Las Palmas

El nuevo censo electoral ha modificado la asignación de escaños a elegir en las elecciones de marzo en ocho provincias. Asturias, Cáceres, Pontevedra y Sevilla perderán un diputado cada una porque ha caído su población relativa. Baleares, Girona, Madrid y Las Palmas lo ganan. La aplicación de la Ley D'Hont a los resultados de 2000 da como resultado que el PP sería el principal afectado por este ajuste. Retrocedería en las cuatro provincias que pierden un escaño y avanzaría en Madrid y Las Palmas. El PSOE ganaría un diputado en Baleares y CiU uno en Girona.

Los 10,3 millones de votos que el PP logró en las elecciones de 2000 (un 45,24% del total de sufragios) le dieron una mayoría absoluta de 183 escaños. El PP recolectó medio millón de votos más que en 1996 pese a que la tasa de abstención fue nueve puntos superior. Es decir, en 2000 se abstuvieron 3,3 millones de votantes más que en la primera victoria de José María Aznar.

El PSOE obtuvo 7,9 millones de votos, la cifra absoluta de papeletas socialistas más baja desde 1982 (el 34,7% del total de sufragios), que le han permitido tener 125 escaños. Votaron socialista 1,5 millones de electores menos que en 1996. En cifras absolutas, la rebaja del voto socialista absorbe la mitad del aumento de la abstención. La otra mitad de esa mayor abstención se la llevó Izquierda Unida, que tuvo 1,2 millones de votos en las elecciones de 2000 (el 5,54% de los sufragios) y ocho escaños. Cuatro años antes había recolectado 2,6 millones de votos y 21 diputados. Es decir, aparentemente se quedaron en casa tres millones de votantes que habían optado por la izquierda en 1996.

El objetivo del PP para marzo es superar los 176 diputados de la mayoría absoluta o, al menos, sumar los cuatro que previsiblemente volverá a tener Coalición Canaria con un mínimo de 172 propios. Hay dos elementos clave para este reparto: la abstención, que fue particularmente elevada en las elecciones de 2000 (un 31,38%, la más alta registrada en unas elecciones generales), y el sistema de reparto de escaños que prevé la Ley D'Hont.

El primer round en ese reparto de diputados se ha inclinado de antemano, al menos hipotéticamente, contra el PP con el trasvase de cuatro escaños entre ocho provincias. Suponiendo que los partidos tuvieran en marzo los mismos sufragios que en 2000, el PP perdería su último escaño en Asturias, Cáceres, Pontevedra y Sevilla.

En Asturias, el quinto escaño que ahora tiene la marca de la gaviota se peleó hasta los tribunales por la escasa diferencia entre el quinto resto del PP (60.525) y el cuarto del PSOE (60.457). En Cáceres, el paso de un reparto de escaños impar (cinco diputados) a otro par (sólo cuatro) cuando hay sólo dos partidos en liza da como más que probable resultado el reparto dos a dos, pues ha de ser mucha la distancia entre los dos contendientes para que la Ley D'Hont asigne un 3-1. La pérdida en Pontevedra es del quinto escaño del PP, aún a mucha distancia de los dos del PSOE y uno del BNG.

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El trasvase en Sevilla no es tan automático. Con los datos de 2000, el que caería sería el quinto del PP, pero a muy corta distancia del séptimo del PSOE. De ahí, a juicio de los populares, el interés de Manuel Chaves por convencer a Felipe González para que fuera su cabeza de lista. Mantener el quinto escaño popular será una de las batallas clave de Javier Arenas, el cabeza de lista del PP en Sevilla, frente a su rival Alfonso Guerra, que se jugaría el séptimo escaño socialista.

De las cuatro autonomías que ganan escaño, dos beneficiarían al PP: Madrid y Las Palmas. En Madrid, el PP tiene 19 diputados y podría llegar a 20. Y en Las Palmas pasaría de cuatro a cinco. La subida de un escaño en Baleares beneficiará, según la misma proyección, al PSOE. Y la de Girona, a CiU.

Una menor abstención en las filas socialistas podría hacer bailar un escaño del PP al PSOE en Alicante, León, Salamanca o Burgos. En Guipúzcoa, donde los tres partidos se repartieron casi a partes iguales el electorado, un mínimo cambio a favor del PSOE haría perder el segundo escaño al PP. A cambio, en Granada, a poco que se mueva el electorado, podría dar el cuarto escaño al PP.

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