Katy Jurado en Tepoztlán
Un amigo del alma cumplía 50 años en México. Y le salió una canción. Busquen la letra en su libro Cuerp
o del delito (Temas de Hoy).
Medio siglo de vida de un íntimo bien merece un salto a ¿Tepoztlán?
Desde luego. Se trata de un pueblecito a hora y media del DF. Un lugar maravilloso metido en un extraño valle. Dicen que hay allí unas vibraciones especiales que hacen que salgas escopetado o te quedes para siempre.
Vibraciones al margen, ¿cómo es el pueblo?
Tiene calles empedradas, una iglesia colonial hecha de conchas, un mercadillo de artesanía precioso, tabernas y una plaza donde el día que llegué había ocho monigotes ahorcados.
¡Qué acogedor! ¿Puede saberse qué habían hecho?
Representaban a los caciques del pueblo. Al parecer, habían promovido la construcción de un campo de golf, y los vecinos se alzaron en contra con fiereza. Lo llamaron "la guerra del golf". Y el campo no se construyó.
Pero usted no fue a las barricadas, sino a una fiesta.
Sí, y allí conocí a Katy Jurado, aquella secundaria de lujo que hizo películas memorables, como Solo ante el peligro. Era fascinante y yo la admiraba desde pequeño. Estaba entrada en años y carnes, pero seguía siendo guapa. Supe que era su primera salida tras el luto que había guardado por la muerte de un hijo.
¿Le confesó su admiración?
Desde luego. La fiesta fue larga, y al final nos quedamos unos cuantos bebiendo y cantando en el jardín, bajo un árbol. De pronto apareció Katy Jurado para despedirse, pero decidió quedarse cinco minutos más. Nos habló de su vida, cantó para nosotros. Y de aquello escribí una canción.
Se llama Cinco minutos, ¿me la canta?
Empieza así: "Era la noche como un suave infierno, / de diablos borrachos cantando a la luna de Tepoztlán. / Bajo el santuario de un árbol de estrellas / brotaban corridos de amores quemados bajo el volcán".
¿Llegó ella a escucharla?
Desde luego. Se la mandé y me llamó emocionada. Desde entonces nos llamábamos a menudo. Murió hace poco, ¿sabe?
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