Teresa Vico, directora del teatro Albéniz de Madrid
Ayer por la mañana murió sorpresivamente de un infarto Teresa Vico, vinculada desde hace dos décadas al teatro Albéniz de Madrid. Había nacido en Bonete (Albacete) el 25 de abril de 1937 y era para toda la profesión, además de un ser muy querido y respetado, una amiga y una institución.
Pertenecía a la histórica saga de los Vico, en la que destacó su abuelo, el actor Antonio Vico, y una vez, hace años, cuando a raíz de unos cambios políticos fue cuestionada en su puesto, ella respondió en una entrevista a EL PAÍS: "Yo no sé estos políticos cuánto llevarán en el teatro, pero yo llevo desde 1810", en alusión a su prestigiosa y antigua familia "de teatreros de toda la vida", como le gustaba a ella nombrarse.
Se había iniciado muy joven en las tareas de la producción teatral de la mano de Fernando Fernán-Gómez, José Luis Gómez, Francisco Nieva, Raúl Sender y Juanjo Seoane, entre otros.
Teresa Vico no era solamente la directora del teatro Albéniz. Desde hace muchos años era su motor y su alma. Para todos los que colaboramos con ella en tantas ocasiones, demostró un talante conciliador y cooperador ante los imprevistos propios de los meollos de la vida teatral.
Teresa Vico llegó a nuclear a su alrededor un equipo ejemplar en lo humano y en lo profesional, de técnicos y de ayudantes que hacían que la maquinaria de su coliseo funcionara siempre en positivo, y su presencia en el Albéniz se remonta a casi dos décadas atrás. Uno de sus latiguillos de siempre y su teoría era que "al público madrileño le gustan mucho los clásicos", y de hecho fomentó su presencia en el Albéniz una temporada tras otra.
Por otra parte, al proceder Teresa de una familia de gente de teatro de toda la vida, tenía y demostraba una especial sensibilidad tanto por el teatro mismo como por la danza, la que cuidaba con esmero. Coreógrafos y bailarines, actores y directores, fueran de donde fueran, siempre querían volver al Albéniz, teatro que ella convirtió en una referencia con temporadas estables de danza y ballet. A su tesón se debió durante años la presencia veraniega del Ballet Nacional de Cuba y de otras compañías importantes, aportando una oferta de calidad a Madrid.
Su afán por facilitar el trabajo de las compañías y su interés porque los mejores espectáculos acudieran a su teatro llegó hasta el punto de que cuando el director italiano Maurizio Scaparro visitó el teatro Albéniz, para ver si podía programar allí su famoso Galileo y concluyó que la escenografía no cabía por la puerta interna del teatro, Teresa Vico hizo derribar esa puerta y volver a levantarla en pocas horas ante la sorpresa del director italiano, que obtuvo allí con Galileo un gran éxito.
Teresa Vico, que enviudó joven, tenía cuatro hijos, a los que estaba muy unida. La capilla ardiente estará en el mismo teatro Albéniz (calle de la Paz, 11) a partir de las diez de la mañana de hoy. Desde allí se llevará el cuerpo al crematorio de la Almudena para ser incinerado a las 14.45.-
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