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VISTO / OÍDO
Columna
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Constitucionalistas disfrazados

Fueron la izquierda del país; son la extrema derecha parlamentaria y sus asustados cómplices. La Constitución "representa una defensa contra el poder arbitrario y variable y figura en todas las reivindicaciones contra el poder absoluto": me cito en un Diccionario político que publiqué (1975, Espasa Calpe) antes de que Franco nos engañase haciéndose el muerto: debíamos habernos fijado en su "atado y bien atado". Desde el poder se llaman "constitucionalistas" los que exprimen el texto veloz, urgente, producto del miedo, en el que los republicanos votaron un rey hereditario y los monárquicos y los falangistas unas autonomías, y los militares se callaron mientras preparaban un golpecillo que acabara con la Constitución. No fueron ellos, más disciplinados que los civiles de la derecha: van a lo suyo, a las guerras donde les mandan, mientras la Constitución se convierte en un arma contra las libertades y las autonomías que ella misma contiene. Los fingidos constitucionales se oponen a los planes de algunos autónomos de ensanchar sus estatutos y sus derechos. "El problema esencial de una constitución consiste en cómo ha de ser interpretada y aplicada a situaciones nuevas y, sobre todo, quién está caracterizado para ejercer esa interpretación" (obra citada). Estamos en esta babel fascistoide que nos cambia todos los conceptos. Yo no voté esa constitución porque comportaba un rey hereditario y nombrado por Franco: no sólo comprometía el momento de la falsa muerte, sino el futuro. Y no voté por las autonomías: desde entonces estaba en contra de la fragmentación de la gente española en sexos, edades, rentas, estudios y lugares de residencia o de nacimiento. Ahora se ha convertido en una figura de plomo, y cuando alguien quiere que algo se cambie es un enemigo. Dicen que de España: diría yo que de este Gobierno. Es el que la cambia diariamente, y siempre fingiendo. Ahora sale la tercera ley de inmigración ("de extranjería", dicen los mal hablantes) y añaden nuevas penalidades mientras fingen que protegen más; un día antes, la trampa de la ley de acompañamiento que quiere encarcelar a los que traten de cambiar la Constitución, a lo que la Constitución les da derecho. Cuidado con los constitucionales: no tienen el espíritu constitucional.

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