Nedved, el heredero de Masopust
El centrocampista checo del Juventus recibe el Balón de Oro como mejor jugador europeo
Seguramente otros ilustres candidatos al galardón que premia al mejor jugador del año en el fútbol europeo venden más camisetas, consiguen más goles o alcanzan un relieve mediático superior al del checo Pavel Nedved (Cheb, 1962). Pero sus compañeros de profesión se deshacen en elogios hacia su juego. El reconocimiento general le llegó ayer en forma de Balón de Oro. El trofeo que otorga la revista France Football desde 1956, a través de las votaciones realizadas por sus 52 corresponsales repartidos por el continente, se asignó al centrocampista del Juventus (190 puntos), por delante del delantero francés Henry (128), del Arsenal, y del veterano defensor italiano Maldini (123), del Milan. Los once primeros puestos los completan el ucraniano Shevchenko (67), el francés Zidane (64), el holandés Van Nistelrooy (61), Raúl (32), el brasileño Roberto Carlos (27), el italiano Buffon (19), el inglés Beckham (17) y el también brasileño Ronaldo (11).
Los méritos acumulados por Nedved para suceder a Ronaldo, que conquistó el galardón en 2002, se fundan en su constancia. En 2003 consiguió el título de Liga con el Juventus tras una temporada fantástica en la que exhibió todas sus virtudes. Su progresión desde la Eurocopa de 1996, en la que su selección quedó la segunda y que le valió el salto al Calcio fichando por el Lazio, ha sido espectacular. De ser un valor complementario, que actuaba pegado a la banda izquierda, ha pasado a convertirse en desequilibrante. Desde que llegó a la Juve, en 2001, disfruta de la plenitud de su carrera con maneras de gran estrella. Según él mismo, su mejoría es obra de su entrenador, Marcelo Lippi, que debió cubrir con él la marcha de Zidane al Madrid. El club se había quedado sin media punta y, aunque comenzó jugando por la izquierda, Nedved no tardó en acomodarse en la posición de enganche de Zidane. Lo logró con tanto éxito que la hinchada bianconera ya no siente nostalgia del francés.
Ahora, El Cañón de Praga es un media punta versátil, muy veloz, de dinámica constante y agresividad contagiosa que hace muchas cosas y con nota. Capaz de dar asistencias precisas y poseedor de una fenomenal capacidad de disparo con las dos piernas, en el Juventus es el socio de todos de medio campo hacia arriba. Siempre se ofrece y asume toda la responsabilidad por grande que parezca, incluso la de marcar goles.
Su determinación fue una de las claves para que el Juventus alcanzara las semifinales de la pasada Liga de Campeones, en las el equipo de Lippi maltrató al Madrid. Tras partir la cintura de Hierro y batir a Casillas en un gol memorable, Nedved recibió una tarjeta amarilla que le privó de jugar la final contra el Milan. Sus lágrimas regaron el césped del estadio Delle Alpi en lo que considera el peor momento de su carrera. El Milan levantó la Copa mientras los turineses rumiaban la idea de que con él habría sido distinto el desenlace.
También la selección checa le ha dado alegrías: lleva 19 partidos invicta y se ha clasificado para la fase final de la Eurocopa de Portugal.
Ningún futbolista de la antigua Europa del Este ganaba el Balón de Oro desde el búlgaro Stoichkov, en 1994. El primero en hacerlo, en 1962, fue Masopust, un laborioso centrocampista checo que lideró a los subcampeones mundiales en Chile. Al igual que Nedved, surgió en el Dukla de Praga y ganó el Balón de Oro a los 31 años. Se decía de él que en los crudos inviernos, cuando la nieve hacía imposible jugar, solía recluirse en las montañas como un ermitaño para mejorar su preparación física.
Nedved no se echa al monte, pero sus entrenadores destacan que es de ésos que piden cargas de trabajo suplementarias. El valor del esfuerzo lo aprendió desde muy pequeño, cuando se decantó por el fútbol porque el material para la práctica del hockey sobre hielo, el deporte nacional en su país, era demasiado caro para la economía familiar.Olvidarse del stick le valió, desde ayer, un puesto en la historia.
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