No, no es un perro
Me gustaría unirme a la gran mayoría de críticos de Londres y Nueva York que detestaron esta obra, y todo lo relacionado con ella, incluso el verso maravilloso en sus idiomas: sobre todo porque con las malas críticas, y a partir de ese momento, los teatros comenzaron a llenarse y todavía no han parado, y eso sería un bien para todos estos trabajadores. Años de llenos, de discos: su canción Memory, que es la más cantable -pegadiza, se decía antes-, lleva años y años de popularidad. No me atrevo mucho a una mala crítica, aparte de por mi bondad natural, precisamente por su popularidad: me haría parecer elitista ante la elección del público mundial, ante la música de Andrew Lloyd Weber, que es un gran maestro contemporáneo (sólo escuché con agrado Memory: él lo sabe porque la repite tres veces en el espectáculo) y poco sensible a la poesía de un gran metafísico del siglo XX, Premio Nobel de 1948, TS Eliot (escríbase así, como él, y no como en los programas: no hay que poner puntos ni separación entre T y S), que dedicó una espléndida colección de poesías a los gatos. Hoy la leen principalmente los sabios y los niños. Es un destino muy británico de los grandes pensadores ingleses: Robinson Crusoe, de Defoe, estaba destinado a los pensadores, como Gulliver, de Swift, y las dos han sido pasto de los niños; en cambio, Alicia, de Lewis Carroll, escrita para unas niñas a las que miraba como un pastor morboso, es una delicia para los mayores. Eliot, además, era un humorista: mantuvo una larga correspondencia privada con Groucho Marx (está publicada) que contrastaba con sus obras de teatro con el espíritu santo como protagonista entre cajas, y con un poema tan desolador como Tierra devastada (Waste Land) sobre nosotros mismos y nuestro desamparo. En estos poemas, Old Possum's book of practical cats (1939) hay una ironía y una crítica sobre su actualidad y su materialismo, una trasposición fabuladora entre gatos y hombres (algunos han dicho que racista, porque insiste en que los gatos no son perros) y, naturalmente, una ignorancia supina sobre lo que es el mundo animal sólo alcanzada por su contemporáneo Walt Disney. Hay en los poemas, y por tanto en esta obra, equivalencias de un primer ministro (entonces era Churchill, de la clase superior, de la pobreza, de la esperanza, de la guerra que venía... En tierra anglosajona siguen siendo equivalentes a cosas y personas de hoy. Para mí la traducción y el paso del tiempo hacen que se pierda ese trabajo en español. No es que critique la traducción: es que no se pueden traducir los versos en este idioma para meterlos en las medidas musicales hechas para el idioma original sin hacerlos naufragar.
Cats
Sobre Old Possum's book of practical cats, de TS Eliot, traducción de Mariano Detry. Dirección de Trevor Nunn. Intérpretes: Javier Toca Juara, Paqui Sánchez Melchor, Laura Rodríguez, Santiago Cano, Guadalupe Lancho, Pedro Ruy-Blas, Eva Alvarez, Enrique Sequero y Gorane Markínez, entre otros. Director musical: Santiago Pérez. Teatro Coliseum. Madrid.
Me aburre. No tiene importancia: me aburren en general los musicales contemporáneos, que no son los de los grandes tiempos de la comedia americana, pero tampoco son óperas, entre otras cosas porque sus cantantes, ni aquí ni allí, son de ópera: éste me aburre de una manera especial y durante casi todo el tiempo, casi inmediatamente después de apreciar la escenografía. Pero a la gente le gusta, y aunque yo sea gente, y bastante corriente, en esto tengo mis límites. Me gusta la producción: intenté verla en Londres, donde se hacía en un viejo estudio de televisión convertido en el basurero donde viven los supuestos gatos, y no lo conseguí por ninguno de los medios posibles. Me basta con la de aquí, que es una copia a escala, y que hará exclamar a muchos, como se suele hacer con estas obras de importación, "¡Mejor aquí que en Broadway!", y alguna vez debo haberlo dicho yo de alguna de estas cosas: sin dejar de advertir que Broadway, claro, ya no es lo que era.
Está dirigida con paciencia y consigue muy buen resultado en la disciplina, luce una representación adecuada -destacó, entre todo, al bailarínVíctor Ullate (hijo): también le destacaron los aplausos-; los cuerpos humanos -sobre todo, algunas humanas- bajo los colores y las mallas de los trajes; el relieve del decorado, el sonido de la orquesta, son suficientes. Tendrían que ser algo más. Corre, sin duda, hacia un gran éxito, de lo cual me alegraría. Pero sin contar conmigo.
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