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Reportaje:

La OPEP cae en su propia trampa de precios

El cartel está inmerso en una espiral que sólo le permite planear a corto plazo y que contagia al mercado petrolero

Fernando Gualdoni

La Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) está atrapada en una política para elevar los precios que si bien en los últimos 20 años le ha dado muchos ingresos, también ha beneficiado a sus rivales. La OPEP sabe que su táctica se ha agotado, pero no sabe cómo cambiar. El cartel sólo decide hoy a corto plazo y su temor respecto del futuro se contagia al mercado petrolero.

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Los 11 miembros de la OPEP se han estado reuniendo cada dos meses en el último par de años. Y no es porque viejos enemigos como Irán e Irak, o este último y Kuwait se lleven mejor. Ya no está Sadam Husein, es cierto, pero aún quedan muchas heridas abiertas dentro de una organización que se ha mantenido a pesar de las guerras y conflictos que han enfrentado a muchos de sus socios. La OPEP se creó en 1960, pero no fue hasta 20 años después cuando el cartel puso en marcha su táctica de defensa del precio del petróleo a través de la regulación de la oferta. Que se desploman los precios, la OPEP cierra la espita... Que se disparan, el cartel la abre un poco para que haya más crudo en el mercado.

Esta política, que convirtió a la OPEP en una organización de países en vías de desarrollo realmente temida por los países ricos, que dio mucha riqueza a los países petroleros en muy poco tiempo, que sirvió en muchas ocasiones como instrumento de estabilidad del mercado del crudo; está agotada. La OPEP vive desde hace un poco más de un año en una espiral que sólo le permite tomar decisiones a muy corto plazo que, en vez de dar estabilidad al mercado (objetivo fundacional del cartel), lo pone más nervioso. El mercado petrolero es demasiado importante para el crecimiento y el desarrollo mundial tanto de países pobres como ricos, como para que esté permanentemente revuelto.

Haciendo enemigos

La táctica de la OPEP no sólo está obsoleta, sino que se ha vuelto en su contra. Si el cartel no hubiese defendido un precio del barril en torno a los 20 dólares desde los ochenta, el sector petrolero de los países que hoy compiten con la organización por el mercado no se hubiese desarrollado. La actividad de exploración y extracción de crudo en Noruega, Rusia, en muchos países africanos, en la zona del mar Caspio, en Alaska y en el resto de EE UU, es mucho más costosa que en los países de la OPEP. El cartel dio vida a sus propios frankenstein y se han convertido en feroces rivales.

Un cuarto de siglo atrás, la producción de la OPEP llegó a los 32 millones de barriles diarios y hoy extrae 28, mientras la demanda en esos años se incrementó en unos 15 millones, lo que basta para demostrar que el aumento del consumo fue cubierto por los países exportadores ajenos a la OPEP. Con los precios actuales del crudo, en torno a los 30 dólares por barril, la continuidad del desarrollo de las zonas petrolíferas de alto coste de extracción está garantizado, y más si se tiene en cuenta que los avances tecnológicos han reducido un poco los costes más altos.

En 1999, en plena crisis asiática, los países de la OPEP y grandes productores ajenos al cartel dejaron de lado su rivalidad para impulsar los precios del crudo con una rebaja generalizada del suministro. La unión funcionó, el cartel y sus socios lograron elevar el precio del crudo de 10 a 30 dólares en un año. Pero tras este éxito, la rivalidad se reanudó. Desde entonces, en periodos de retroceso del precio, la OPEP fracasó en todos sus intentos de contar otra vez con la colaboración de los productores ajenos al cartel. Los roces con Rusia incluso se sucedieron con más frecuencia debido a que el país no ha parado de incrementar su producción a un veloz ritmo anual. A finales de 2000 Rusia extraía seis millones de barriles de crudo diarios y terminará este año en 8,5 millones.

La OPEP tiene la capacidad suficiente como para obstaculizar e incluso frenar el desarrollo de las zonas petroleras de alto coste provocando un fuerte descenso de los precios del crudo. Sin embargo, no lo tiene fácil. A pesar de los enormes ingresos que los grandes exportadores han obtenido desde la crisis del petróleo de 1973 han acumulado grandes deudas y tienen enormes gastos.

La mayoría de los países de la organización mantiene un gran sector público dentro de unas economías que no han sido capaces de diversificar. Los ingresos de los países de la OPEP están ligados casi exclusivamente a las ventas petroleras. En el caso de Arabia Saudí, el mayor productor y exportador de crudo del mundo, se calcula que su presupuesto requiere de un barril a 25 dólares de media. Por debajo de esa cifra la economía del reino se paralizaría o el país debería endeudarse más para cubrir sus necesidades.

La OPEP está atrapada en su propia política, por un lado no quiere dejar que los precios desciendan y, por otro, esa actitud les hace perder cuota de mercado en manos de sus rivales ajenos al cartel. La única salida que ven muchos expertos consultados es que el cartel esté dispuesto a hacer fuertes ajustes económicos, es decir, que permita un descenso controlado de los precios hasta una media de 14 dólares para recuperar y ganar clientes. Sería doloroso para las economías dependientes del crudo, pero a largo plazo supondría una garantía de suministro. A las empresas petroleras privadas en principio no les gustaría la idea, pero la mayoría de ellas ya han diversificado sus negocios y sus resultados no dependen tanto del negocio de exploración y producción, por lo que el impacto no sería catastrófico.

Por otra parte, las previsiones de aumento de la demanda de crudo hasta 2010 de varios expertos apuntan a que crecerá a un ritmo anual más lento del esperado (menos del 1% frente al 1,6% previsto por la Agencia Internacional de la Energía) por lo que, ante el constante incremento de la producción, es muy probable que la OPEP termine enfrentándose a periodos de precios muy bajos de todos modos.

Los intermediarios del mercado creen que la OPEP no puede seguir por mucho tiempo más a salto de mata, reuniéndose cada dos meses sin saber muy bien qué hacer, sino que debe enfrentar los nuevos desafíos del mercado y más ahora que ha vuelto un gran productor como Irak tras 10 años de ausencia y, además, de la mano de EE UU, un país con muchos intereses como productor e importador de crudo. Muchos analistas piensan que el cartel, de seguir así, desaparecerá. Por otra parte, consideran que la extinción de la organización no sería positiva porque, a pesar de todos sus errores, el cartel ha sido clave para la estabilización del mercado petrolero en momentos críticos de la historia reciente.

El ministro saudí del Petróleo, Alí Al Naimi, en una reunión de la OPEP.
El ministro saudí del Petróleo, Alí Al Naimi, en una reunión de la OPEP.AP

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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