José M. Pesudo, ex portero del Valencia y del Barcelona

Los jugadores del Valencia que esta noche juegan partido de Liga contra el Athletic de Bilbao en Mestalla lucirán un brazalete negro en señal de duelo por el fallecimiento, el viernes en Valencia a los 67 años y a causa de un infarto, de José Manuel Pesudo Soler, guardameta del club valenciano y del Barcelona, entre otros equipos, en la década de los sesenta.

Pesudo nació en Almazora (Castellón) en 1936, se formó como futbolista en los equipos de la escuela de Dominicos y jugó durante su carrera en el Almazora, Mestalla, Alicante, Valencia, Barcelona, Betis y Gimnàstica de Tarragona. Fue también suplente de José Ángel Iríbar en la portería de la selección española de finales de los sesenta. El Valencia se hizo con los servicios de este portero en la temporada 1955-56, pero no jugó en la primera plantilla hasta pasar tres temporadas en el equipo filial, el Mestalla, y otra en el Alicante.

Luego sí, se incorporó al primer equipo del Valencia, donde jugó durante dos campañas antes de cubrir en el Barcelona el hueco dejado bajo los palos por la retirada del mítico Ramallets. Fue entonces uno de los traspasos entre clubes más importantes del momento. El Barça pagó 2.800.000 pesetas más los derechos de los futbolistas Ribelles y Coll. Sin embargo, la progresión del meta Sadurní le cerró a menudo las puertas de la titularidad en el conjunto catalán, y en sus primeras visitas a Mestalla como azulgrana, en la Copa de Ferias y en la Liga, encajó 12 goles.

En 1966 regresó al Valencia, club en el que permaneció hasta 1971. El Real Madrid se interesó entonces por él, pero el club blanco alegó una lesión en una clavícula para rechazar su contratación. Lejos de retirarse, Pesudo jugó tres cursos más en el Betis y en el Tarragona, hasta que las lesiones y una gastritis crónica le retiraron de la comp

etición.

Su currículo acumula 127 encuentros de Liga, 27 de Copa y 11 de competiciones internacionales, y algunas jugadas para el recuerdo. En un encuentro de Liga con el Valencia, ante el Zaragoza, detuvo un disparo de Murillo en lo que se llamó "la parada de la década".