Un mal compañero de viaje
El céltico Mostovoi es el punto de encuentro de un cuadro que aúna experiencia y juventud
Equipo misterioso por excelencia, Rusia es un mal compañero de viaje en cualquier torneo, aun cuando se supone que las 20.45 horas del 12 de junio en el Algarve no son el mejor marco de competición para un grupo que se muestra muy a gusto con el frío. "Nuestra suerte depende más del punto de forma que tengamos que de la categoría de los rivales, quienes, dicho sea de paso, son de gran calibre", pronostica el seleccionador, Georgy Yartsev, procedente de las categorías inferiores y que en agosto pasado sustituyó a Valeri Gazzaev.
Yartsev ha renovado el juego del conjunto sin cambiar para nada una sintomatología de tan difícil interpretación que induce al equívoco. Rusia se ganó el pase a la fase final en la repesca al ganar en Cardiff a País de Gales por 0-1, gol de Vadim Evseev, un resultado que le redimió del empate registrado en la ida, en Moscú, así como de una fase previa en la que quedó por detrás de Suiza, a la que goleó en casa y con la que empató a domicilio, y por delante de Albania y Georgia, con las que había perdido de mala manera por 3-1 y 1-0 respectivamente.
Descifrar a Rusia, perdida en el puesto 29º del ránking de la FIFA, es tan difícil como calcular las posibilidades en la Liga de Campeones del Lokomotiv, el principal proveedor de la selección. El campeón ruso afronta la última jornada con un punto de ventaja respecto a equipos del renombre del Arsenal y el Inter después de abatir a un histórico como el Dinamo de Kiev.
El portero de Rusia, Ovchinnikov, y las tres cuartas partes de la defensa, Evseev, Ignashevich y Sennikov, proceden del Lokomotiv, que cuenta asimismo con internacionales del calibre de Loskov, un centrocampista tan espléndido como irregular, e Izmailov, de gran llegada. Pero Yartsev ha preferido repartir las funciones de la sala de máquinas a jugadores como Egor Titov (Spartak de Moscú), la nueva bandera del fútbol ruso; el experto Alenitchev (Oporto) y Mostovoi, imprevisible, capaz de lo mejor y de lo peor, como bien saben los seguidores del Celta, a los que el zar acaba de pedir perdón públicamente por silbarles después de marcar el gol que el martes pasado supuso el empate ante el Brujas en la Champions.
A sus 35 años, Mostovoi, al igual que Victor Onopko -suma la cifra récord de 110 partidos internacionales-, representa a la vieja guardia frente a los nuevos valores, entre los que se cuentan el delantero de 20 años Sytchev, suplente en el Marsella en el partido europeo del miércoles pasado contra el Madrid, y el ariete Boulikyn, muy físico y una de las grandes revelaciones.
Tampoco el currículum ayuda a medir las posibilidades de Rusia, que, como tal, se afilió a la FIFA en 1992, de manera que sólo ha participado en dos Eurocopas (1996 y 2004) por cinco como URSS (1960, 1964, 1968, 1972, 1988) y una como CEI (1992), habiendo ganado el título en 1960 y siendo subcampeón ante España en 1964.
Imprevisible por naturaleza, Rusia puede ser un equipo tan caótico en la organización como desequilibrante por el talento de algunos de sus jugadores. No es un adversario fácil para jugar ni tampoco difícil, sino, como se dice en estos casos, todo lo contrario. Por lo demás, afrontarle en el primer partido de la competición, con todas las posibilidades abiertas, puede complicar las aspiraciones españolas, aunque Iñaki Sáez, el seleccionador nacional, dispone de un equipo muy superior, tanto jugador a jugador como en conjunto.
"España es favorita", concluye Yartsev, "pero en estos torneos a veces se producen sorpresas y nosotros siempre somos una sorpresa".
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