_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Viene de lejos

Escribe Miguel Herrero de Miñón en este diario que la creciente radicalización del nacionalismo vasco en el año que ha transcurrido desde la presentación del plan Ibarretxe hasta la formulación del texto articulado del Estatuto Político de la Comunidad de Euskadi se ha debido, exclusivamente, a la negativa frontal de los partidos constitucionalistas a debatir con el nacionalismo, con el propósito de asumir los aspectos más moderados del plan y corregir sus aristas. En su opinión, esta renuncia al diálogo, sustituido por la pretensión de yugular el debate desde el Tribunal Constitucional, sólo puede acabar en alguna forma de expresión de la voluntad mayoritaria de los vascos, ya sea en referéndum o mediante su voto a un programa claramente soberanista. De ser así, la posibilidad de acuerdo quedaría definitivamente superada. De la misma opinión son Javier Pérez Royo y Javier Ortiz. ¿De verdad es así? Estoy de acuerdo con quienes denuncian la manera torpe, mezquina y chulesca con la que el PP ha gestionado, no ya el problema vasco, sino cualquier otro problema: la inmigración, la reforma laboral, el Prestige, la guerra de Irak, etcétera. Pero la aceleración nacionalista no es resultado de lo que haya ocurrido en este último año: viene de lejos.

En 1996, Juan María Ollora formula el concepto de ámbito vasco de decisión y considera que las relaciones "Euskal Herria-Estado Español" están bloqueadas por la diferente concepción que cada parte tiene sobre "el sujeto en el que reside la soberanía vasca: el pueblo vasco o el pueblo español". En enero de 1997, el PNV hace público un documento titulado genéricamente Conclusiones en el que deja entrever que el sometimiento al principio del consenso en el Pacto de Ajuria Enea ha obligado al nacionalismo vasco a dejar a un lado sus legítimos objetivos políticos, centrados en el logro de la soberanía, y que la exclusión del nacionalismo radical del diálogo debe ser reconsiderada. En octubre de 1997, ELA celebra un acto en Gernika en el que proclama la muerte del Estatuto y reclama una mayoría nacionalista que exija y articule un nuevo marco jurídico-político para Euskal Herria. En marzo de 1998, se discute el denominado plan Ardanza en una reunión de la Mesa de Ajuria Enea que, en la práctica, marca el fin de una época de diálogo entre los partidos políticos. Es el año del espejo irlandés: el Acuerdo de Stormont va a significar para el nacionalismo vasco un indicador de la posibilidad histórica del ejercicio del derecho de autodeterminación en la Europa de finales del siglo XX. A partir de ahí serán el Acuerdo de Lizarra, Udalbiltza, etcétera.

Lo cierto es que para finales de 1998 el PNV ya ha formulado con claridad cuatro ideas fundamentales para su nueva estrategia soberanista: a) España es un "Estado anfitrión", pero no una nación. Sólo se reconocen como tales a las "nacionalidades históricas". b) El debate sobre el encaje de esas naciones en el Estado español debe hacerse en pie de igualdad, mediante una negociación que contemple la posibilidad de la independencia. c) El derecho al autogobierno vasco no deriva del marco constitucional, sino de los derechos históricos. d) Todo esto se plantea en el horizonte de una Europa en la que los vascos cuenten con un "solar propio". Frente al discurso constitucional, que supone que el pueblo vasco forma parte del sujeto político soberano (el pueblo español) que se pronunció en 1978, el nacionalismo vasco utiliza el pronombre nosotros en un sentido distinto, en referencia a un sujeto político vasco diferenciado del español, que no ha podido manifestarse en libertad como sujeto soberano.

Así pues, ¿dialogar, debatir, discutir, discrepar? Por supuesto. ¿Qué otra cosa se puede hacer que no sea intentar convencer a la mayoría de los vascos de que nuestra identidad plural, nuestro autogobierno, nuestro futuro y hasta nuestra cordura están mejor salvaguardadas bajo el paraguas del pacto estatutario? Pero quede claro que la aceleración del nacionalismo vasco no tiene que ver nada, al menos en sus contenidos, con otra cosa que no sea el despliegue de su propio proyecto. Y que este despliegue viene de lejos. Aunque es verdad que nos ha pillado en un momento en el que España tiene el Gobierno más autoritario de su historia democrática, lo que dificulta sobremanera su abordaje.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_