Amigos y generosos
Pose y naturalidad. ¿Acaso combinan ambos conceptos? A tenor de ver sobre el escenario a cuatro de los grandes espadas del rock patrio, cabría convenir que sí. Ahí estaban un arrogante Bunbury, un castizo Urrutia, un chulo Loquillo y un moderado Rot. Cuatro maneras de abordar el rock desde diferentes actitudes. Todas ellas facturadas desde la sencillez, sin sofisticaciones, al ritmo preciso y conocido del rock and roll de siempre, el que nació con Elvis o Chuck Berry, se prolongó con Rolling Stones y tomó sentido en España con Sirex, Lone Star, Tequila, Burning, Gabinete Caligari o Los Rodríguez. Loquillo, Bunbury, Urrutia y Rot, algo así como Los Cuatro Magníficos de un cómic. Juntos y revueltos, para más inri, en una muestra de generosidad poco frecuente entre las estrellas patrias, algo que se toma por normal en otras latitudes.
Ariel Rot, Jaime Urrutia, Loquillo y Bunbury
Guille Martín e Igor Paskual (guitarras), Jacob Reguilón y Ambite (bajos), Esteban Hirschfeld (teclados), Germán Vilella (batería). La Riviera (Madrid), 15 de noviembre de 2003.
Se celebraba el quinto aniversario de Efe Eme, una revista mensual hecha en Valencia preocupada por dar cancha al rock que se hace en español, sin distinguir entre épocas ni modas. Los cuatro del cartel forman parte del grueso mayoritario que se ha incluido en sus páginas en este lustro, así que era de justicia que los cuatro respondieran a la llamada de una revista a la que le cuesta llegar al quiosco cada mes y salir de él. Y lo más interesante del concierto fue, precisamente, la parte revuelta que se había anunciado.
A cada uno se le conoce de sobra por separado, así que se celebró que Urrutia irrumpiera en la tanda de Rot para cantar juntos Dulce condena o ¡Qué barbaridad!, que Loquillo se metiera luego en la de Urrutia para unirse en Cuatro rosas y que un poco más tarde Bunbury accediera a la del Loco para homenajear al alimón al recientemente fallecido Johnny Cash ("Que nos enseñó actitud", según proclamó Loquillo) en la adaptación española de El hombre de negro. El apoteosis fue la traca final con los cuatro sobre el escenario sin quererse ninguno restar protagonismo. Rock and roll star o Mueve tus caderas, con mención expresa a Burning, elevaron la temperatura de una sala abarrotada y que no comprendió cómo el derroche de generosidad que habían mostrado los cuatro sobre el escenario no se tradujo en más canciones los cuatro revueltos. Una sensación final agridulce. Dulce, porque se vio a cuatro artistas de peso entregados, cuatro rosas pasándolo bien e intercambiándose músicos y canciones en un alarde de espontaneidad y amistad; y agrio porque resultó corto.
Babelia
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