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Columna
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Las formas

Dice la periodista Rosa María Mateo que no son formas. Un importante grupo editorial ha adquirido el canal televisivo en el que trabajaba esta mujer, la misma que ejerció de portavoz de los partidos democráticos tras el fallido intento de golpe de Estado en 1981. Ahora, como primera providencia, el importante grupo editorial se ha deshecho de 215 trabajadores, entre los que destaca Rosa María Mateo. Aquella tarde hosca de febrero del año 81 del siglo pasado un tipo con bigotes y tricornio (cuyo concepto de la patria no difería en exceso del de algunos habitantes del país de los vascos, esto es: un mapa gastronómico-folclórico, una tabla de quesos y una carta de vinos más o menos peleones), aquella tarde, digo, se rompieron las formas políticas de la peor manera, a la manera de los militares del siglo XIX, como los elefantes en las cacharrerías. Aquel "¡se sienten, coño!" de Tejero era el aperitivo del plato principal que estaban cocinando unos con otros, un simple guiño al foro. Aquel "¡se sienten, coño!" era, además, la síntesis de un régimen que se había perpetuado (y perpetrado) durante cuarenta años y que se resistía a fenecer en el imaginario de algunos españoles. Las formas de Tejero eran el fondo, su verdadero fondo.

Ahora Mateo se queja de otras formas; de las pésimas formas de la empresa o de los empresarios que la han puesto de patas en la calle. Han pasado dos décadas, que aunque no lo parezca son veinte años y dos más de regalo, pero las formas siguen siendo esenciales y se siguen rompiendo. Ahora de otra manera no menos preocupante. Nadie saldrá a la calle, no veremos a Fraga y a Carrillo del bracete porque a Rosa María Mateo y a otros 214 profesionales les dejen sin trabajo sin una explicación ni una palmada. Ningún directivo se ha dignado dirigirse a ellos: les han dado boleto y nada más. Nadie saldrá a la calle porque, sencillamente, este tipo de acciones, esta ausencia de formas, son moneda corriente en nuestra democracia liberal, cada día más y más liberal. Ni los trabajadores de Sintel ni los profesionales de la vieja y baqueteada Espasa son nada más que números dentro de una estadística. Antena 3, lo dicen sus actuales gestores, era la cadena de televisión europea más improductiva y más ineficiente. Pero el problema es otro. El problema, como dice Rosa María Mateo, son las formas. Claro que la Mateo se ha enterado quizás un poco tarde de que las formas pueden ser decisivas. Las formas son las formas y el mercado el mercado, nos dirán. El mercado es así, y el país, en consecuencia, es por fin un capítulo de la España Salvaje de Félix Rodríguez de la Fuente. Nadie se manifestará por ello. Andamos todos demasiado ocupados pagando la hipoteca y lamiendo la mano que nos da de comer o merendar. La educación, las formas, la urbanidad más básica, cuya base es moral al fin y al cabo, no son nada cuando hay una hipoteca atenazándonos. La consigna es el sálvese quien pueda, puro individualismo ineducado. Incluso el suave Zapatero acaba de anunciar que pone fin a la "oposición útil". Se acabaron los buenos modales. Malos tiempos para las buenas formas. Tendremos que releer aquel sofisma de Vicente Núñez: "Todo lo sabe la forma del fondo. Nada sabe el fondo de la forma".

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