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Reportaje:

Sed de infraestructuras

Hasta finales de julio se han constituido 446.000 sociedades con participación extranjera

Un total de 78.000 kilómetros. El equivalente a dos vueltas a la Tierra. Ésta es la longitud de las 5.300 carreteras que China construirá este año en las zonas rurales con objeto de que para 2020 todos y cada uno de los 54.000 pueblos que aún no tienen acceso a una carretera dispongan de él. Es sólo un ejemplo de la ferviente actividad de una economía que ha hecho de la inversión en infraestructuras uno de sus motores.

La lista de proyectos en marcha es interminable. La fotografía del Diario del Pueblo habla sola. Es una vista aérea de una autopista desierta. Se extiende hasta el horizonte con varios puentes y un scalextric. Son las afueras de Pekín. Se trata del llamado quinto anillo de circunvalación, que abrió al tráfico a principios de este mes. Con una longitud de 98 kilómetros, es la primera gran infraestructura que ha sido finalizada de cara a los Juegos Olímpicos de 2008. La autopista ha supuesto una inversión de 1.600 millones de dólares.

Las obras de los Juegos Olímpicos de 2008 en Pekín absorben cientos de miles de trabajadores excedentes del campo y acosados por el paro
El país tiene un grave problema de falta de energía, que provocó numerosos cortes de electricidad el verano pasado

Las autoridades no sólo pretenden convertir los juegos en un espejo del progreso, sino que son un importante motor del crecimiento de la ciudad y absorben a cientos de miles de trabajadores llegados de un campo sobrado de mano de obra. El Gobierno ha reconocido que la economía tiene que crecer al 7% anual para hacer frente a los millones de despedidos por la reestructuración de las compañías estatales y evitar tensiones sociales.

Entre 1989 y 2001, China invirtió 761.000 millones de dólares en infraestructuras en más de 1.500 proyectos. Unas son obras únicas y faraónicas, como la presa de las Tres Gargantas o los tres gigantescos canales que llevarán agua del excedentario Sur al sediento Norte, y que no estarán finalizados en su totalidad hasta 2050. Otras son obras habituales en cualquier economía lanzada al desarrollo.

Los apagones

Uno de los destinos de la inversión es el sector energético. Decenas de centrales hidroeléctricas, térmicas y nucleares y gasoductos verán la luz los próximos años. China tiene un grave problema de falta de energía que provocó numerosos cortes de electricidad el verano pasado. Actualmente, la capacidad de generación es de 350 millones de kilovatios, cifra que se multiplicará por más de dos para 2020. También le falta petróleo y gas. En 10 años, el consumo de crudo ha crecido un 5,7% al año, mientras que la producción local lo ha hecho un 1,6%. Los analistas calculan que la diferencia entre el suministro y la demanda excederá 100 millones de toneladas en 2010.

Gran parte de las inversiones se están produciendo en las provincias del oeste, las más subdesarrolladas. Uno de los principales problemas del país es la disparidad de renta entre las regiones de la costa y el interior.

La lluvia de inversiones ha seducido a miles de empresas extranjeras. Hasta finales de julio pasado, las autoridades habían aprobado la constitución de 446.000 sociedades con participación foránea. Más de 400 de las 500 mayores corporaciones del mundo han invertido localmente.

Sin embargo, la fuerte actividad amenaza, según algunos economistas, con un sobrecalentamiento de la economía. La inversión en activos fijos ha crecido un 30,5% hasta septiembre; en todo 2002, subió un 16%. El Gobierno está preocupado, además, por la redundancia de algunos proyectos y ha tomado medidas como restringir la concesión de créditos. También ha controlado la emisión de bonos del tesoro para financiar el desarrollo. Pero la máquina no puede parar.

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