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Reportaje:

Fútbol con fronteras

Las dificultades para obtener el permiso de residencia retardan la incorporación de los niños inmigrantes a los clubes

Juan Morenilla

¿Es el fútbol un deporte sin fronteras? No del todo. Las dificultades que se encuentran las familias de inmigrantes para obtener el permiso de residencia cuando llegan a España retardan su integración en la sociedad. Por ejemplo, por medio del deporte. Según una concejala del Partido Socialista, Mercedes Caballero, los niños extranjeros se encuentran con muchas trabas burocráticas para poder darle patadas a un balón como miembros de un club de fútbol. La federación valenciana, por el contrario, afirma que es "flexible" en la inscripción de los jóvenes jugadores.

Los niños españoles que juegan en infantiles o categorías inferiores únicamente han de presentan una fotocopia del libro de familia para federarse, mientras que los cadetes y juveniles han de poseer el DNI. Los requisitos aumentan cuando se trata de jugadores comunitarios o extranjeros. Para un niño procedente de un país de la Unión Europea es necesario el pasaporte, el certificado de estudios, el empadronamiento y la partida de nacimiento, condiciones a las que hay que sumar el permiso de residencia en el caso de los chavales extranjeros. "Estamos sujetos a una ley del deporte. Las normas no las hemos hechos nosotros. No es culpa de la Federación, es culpa de las leyes", dice el presidente de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana, Vicente Muñoz. El organismo federativo asegura que tiene mano izquierda con los más pequeños. "Da un poco de pena que no puedan jugar por la tarjeta de residencia, y con la solicitud le damos una licencia provisional", afirma Emilio Zamora, secretario general de la Federación.

Según el PSOE, no obstante, a los extranjeros "se les piden requisitos que no se les piden a los nacidos en España". "He hablado con los presidentes de las otras federaciones deportivas en Valencia y dicen que esto no es así, que a ellos sólo se les pide el documento de identidad", comenta Caballero. ¿Y por qué es diferente el fútbol? "Hay muchísimos niños ecuatorianos, colombianos... Es un gran problema, porque muchos vienen sin ningún documento, o sólo con un visado de vacaciones. Si no estuviera regulada la inscripción, habría muchísimos más", cuentan desde la federación. "Queremos que a los menores se les trate como a menores, no como a extranjeros. Se les ponen trabas administrativas. Eso es discriminatorio y no fomenta la integración del niño", sostiene la concejala, que apunta un precedente: alumnos de los colegios San Roque de Benicalap, El Marítimo, Algirós y Benimaclet han tenido dificultades para federarse, sobre todo las familias con menos recursos económicos. "En secundaria, por ejemplo, hay un 30% de alumnos inmigrantes", dice el director de San Roque, José Ramón Navarro.

"La tarjeta de residencia es el caballo de batalla. Les tarda un año y es valedera durante cierto tiempo, en ocasiones sólo para seis meses", dice Emilio Zamora. Para obtener el permiso las familias han de acreditar un año de residencia en España. En ocasiones, además, el permiso sólo corresponde a los padres, y no a los niños, que salen más tarde de sus países. Los requisitos aumentan para jugar competiciones nacionales. En ese caso, han de acreditar cinco años seguidos de residencia en España, diez alternos, o haber empezado a jugar desde alevines. Y si el niño ha jugado fuera de España, se ha de pedir un pase internacional. También para los extranjeros mayores de edad es más difícil federarse. Las fronteras, al fin y al cabo, sí que chocan con el fútbol.

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Sobre la firma

Juan Morenilla
Es redactor en la sección de Deportes. Estudió Comunicación Audiovisual. Trabajó en la delegación de EL PAÍS en Valencia entre 2000 y 2007. Desde entonces, en Madrid. Además de Deportes, también ha trabajado en la edición de América de EL PAÍS.

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