El Festival Asia dedica una exposición al cartel en la Revolución China
El evento, que pretende ser un escaparate de la cultura de Oriente, se celebra hasta mañana
El rostro de Mao Zedong ha sido una de las imágenes más reproducidas del siglo XX. Su póster se convirtió en un instrumento de propaganda esencial para que el Partido Comunista Chino hiciera triunfar su revolución en un país repleto de analfabetos. Más de 40 carteles originales de este periodo se exponen desde ayer en el centro de la FNAC de L'Illa dentro del grupo de exposiciones organizadas por Loft (galería dedicada al arte chino) para el Festival Asia, que se celebra hasta el domingo.
El Festival Asia, que pretende ser un escaparate de la cultura de Oriente, inició ayer en Barcelona su segunda edición con la apertura de estas exposiciones y con otras actividades, como sesiones de tatuajes con la técnica maorí y un concierto de música Bhangra. Durante este fin de semana se suceden por distintos espacios de la ciudad, especialmente en la Ciutat del Teatre, los conciertos de música tradicional y moderna, pases de cortometrajes y representaciones de espectáculos de teatro, danza y artes marciales.
Rostros felices ante cualquier situación, muchas sonrisas, esto es lo primero que llama la atención en las caras (la mayoría de ellas mirando a la izquierda) que aparecen en los carteles de la Revolución Cultural que se exponen hasta finales de noviembre en Barcelona. A pesar de la crueldad del régimen de Mao Zedong, a pesar del gris que predominaba en la vida de los chinos, los propagandistas debían convencer a los suyos y al exterior de la gloria de una nación perfecta. Ésta vida idealizada es la que aparece en estos carteles marcados por la ingenuidad del arte naïf. La mayoría de las piezas expuestas se dedican al culto a la personalidad de Mao Zedong. Aparece así un Mao con cara sonrosada -siempre más alto que el resto de los personajes- que fuma un cigarrillo con los trabajadores, inaugura grandes obras de ingeniería o, como un Dios, domina un cielo cargado de banderas rojas. Otros carteles se dedican a educar al pueblo sobre cómo debe ordenarse la vida en la nueva China. La mayoría de las figuras representadas pasan a ser aquí femeninas, personas que se presentan serviciales, honestas, fuertes y valientes. La idealizada vida cotidiana que se representa aparece llena de colorido gracias a las vestimentas; los miembros de las minorías étnicas, que dan un toque exótico, y los elementos de las tradiciones populares respetadas por los comunistas.
La segunda de las exposiciones, ésta en la FNAC Triangle, se dedica al fotógrafo Rong Rong, que reflejó la vitalidad del arte contemporáneo en el barrio del East Village de Pekín en los primeros años de la década de 1990. East Village es el nombre que dieron los artistas chinos al barrio pobre de Dashanzhuang. Muchos de ellos se trasladaron allí a partir de 1990 atraídos por los bajos alquileres e hicieron del lugar el centro del arte alternativo en el país. Esta comunidad de artistas desapareció en 1994 cuando la policía arrestó a dos de sus miembros y obligó al resto a desalojar sus casas. El barrio fue definitivamente demolido en 2002. Por último, la galería Loft (calle Ample, 5) reúne una colección dedicada al arte chino en los últimos 15 años. En ella se incluyen fotografías de Qiu Zijie, Zhan Huan y Wang Qingsong, y una serie de pintura sobre papel de los hermanos Luo.
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