Palo al perro
Cuando en la España de Franco se intentó salir de la situación de autarquía e introducir a la nación en los foros internacionales se enviaba a los deportistas a competir en los Juegos Olímpicos bajo el lema "lo importante es participar", ya que el propio régimen era consciente del papel de comparsa y de la imposibilidad de llegar a ganar alguna de las competiciones, algo parecido a lo que está sucediendo en la actualidad en el plano político con la intervención belicista, en la que se participa sin ganar el más mínimo prestigio. El colectivo de artistas denominado El Perro (fundado en 1991) ha montado una instalación, bajo el célebre lema "lo importante es participar", en la que se invita al público a tomar parte en una masacre ficticia de transeúntes reales que atraviesan la plaza de Sánchez Bustillo, frente al Museo Reina Sofía.
COLECTIVO EL PERRO
Galería Salvador Díaz
Sánchez Bustillo, 7. Madrid
Hasta el 25 de octubre
En el arte, que al fin y al cabo es un reflejo de la sociedad que lo produce y lo consume, nada es casual, de manera que este gesto de El Perro responde a una cierta conducta de frivolidad artística sobre la realidad política. De una manera sutil y soterrada estamos viendo en los últimos meses algunas obras de artistas españoles que son premeditadamente ambiguas en sus intenciones y que juegan (peligrosamente) con las metáforas de la guerra, la agresión, el destierro o la ocupación. Los artistas que piensan y producen estas obras, aun sin pretenderlo conscientemente, como puede ser el caso de esta muestra de El Perro, apoyan y fortalecen con ellas la política agresiva del capitalismo imperialista. La ausencia de una crítica explícita, la falta de ironía y la aparente distancia en la que se sitúan las obras con respeto a una realidad concreta, colocan las obras de El Perro en la línea del colaboracionismo belicista. Ahora bien, si su intención no es ésta, si ellos creen que con las obras que presentan están ejerciendo algún tipo de crítica al sistema, entonces la eficacia del lenguaje y de los medios utilizados les ha fallado estrepitosamente.
En el texto con el que pre-
tenden explicar la exposición hacen referencia al eslogan de McLuhan: "El medio es el masaje" (que ellos escriben e interpretan por "mensaje") y a la tópica frase de Maquiavelo: "El fin justifica los medios". Jugando a juntar ahistóricamente ambas frases, siguiendo la lógica de El Perro, nos quedaría algo como "el fin justifica el mensaje". Así, el fin de esta exposición es vender tres vídeos y unas fotografías de gran formato sobre aluminio, en edición de cinco ejemplares, los medios físicos para conseguirlo se materializan en una galería de tiro sobre blancos móviles virtuales de ciudadanos reales en tiempo real, mientras que los medios éticos se concretan en el jugueteo frívolo con una situación incendiaria, tanto si se refieren subconscientemente a la invasión de Irak o explícitamente a la violencia callejera en el País Vasco. Desde el punto de vista de la producción artística, la exposición es impecable: imágenes bien definidas, narraciones eficazmente articuladas, impacto visual y emocional, pero desde el punto de vista ético, parecen seguir la idea de Maquiavelo de no frenarse con escrúpulos morales, dejando que el "masaje" mediático incline la ambigüedad inicial de sus obras hacia una interpretación colaboracionista que se afianza con la invitación lanzada a los espectadores de participar en las masacres.
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