Trabajar jugando
Un joven cordobés prueba videojuegos para multinacionales y para una revista de consolas
Hay un sustancioso matiz entre Ángel López y Juan Luis, su amigo inseparable, cuando ambos se ponen a darle a la consola. Los dos devoran con habilidad los videojuegos hasta culminar todas las pantallas, pero Ángel cobra por ello. La tarea es sencilla y todo un chollo para él, que ni siquiera lo imaginaba cuando desde niño ha tenido todos los modelos de videoconsola que han salido. Este joven cordobés de 17 años recibe los videojuegos cómodamente en su domicilio. A partir de ahí, su cometido es superar todos los retos que plantean, lo que en el argot se llama pasar el juego, para emitir un veredicto.
Por un lado, Ángel se encarga de probar los juegos que aún están en fase de diseño para calibrarlos. Es una especie de certificado de calidad humano para las multinacionales que diseñan videojuegos, principalmente ubicadas en Estados Unidos y Japón. Como él hay muchos otros jóvenes por todas las partes del mundo. Se divierten y, de paso, ganan un dinero. "Nos pagan bien", comenta Ángel sin más. Al fin y al cabo, lo haría sin cobrar.
La otra parte de su trabajo es más minuciosa y atañe a los juegos que ya están en el mercado. Su misión es pasar el juego y poner nota a cuatro parámetros: gráficos, sonido, duración y diversión. Además, este experto conocedor de videojuegos habidos y por haber relaciona el título en cuestión con otros relacionados y escribe lo mejor y lo peor de cada videojuego. Todo ello es publicado en la revista Hobby consola.
Para esta misma publicación, todo un glosario de los productos para las consolas Playstation 2, Xbox o Gamecube, realiza guías sobre cómo ir superando las pantallas de cada juego. Esto le lleva más tiempo, asegura Ángel, quien tiene que ir anotando cómo ir sorteando las pruebas para que lo lean los aficionados en la revista.
Su amigo Juan Luis, Lucky, dice que Ángel sólo empleó seis horas y media en llegar al final del Metal gear solid 2, uno de los juegos que más furor causan entre los aficionados y que ahora tendrá tercera parte. Lucky certifica que es todo un récord emplear ese tiempo al jugar por primera vez a un juego cuya duración real, sin cometer ni un solo error, es de seis horas.
Está claro que Ángel López es un virtuoso, pero su llevadera actividad laboral le llegó por suerte. Todo se fraguó en la peluquería que sus padres, Fátima Barrilero y Francisco López, tienen en la calle Alfaros de Córdoba. Como a los padres de Ángel se les llena la boca cada vez que hablan de su hijo, las habilidades de éste llegaron hasta una clienta cuyo marido trabaja en la revista Hobby consola y buscaba ojos clínicos para opinar sobre los juegos.
"Cuando hace un año le dije a mis colegas que me iban a pagar por jugar, nadie me creía", explica Ángel mientras enseña las últimas demos (piezas de juegos inacabados) que ha recibido.
Sus padres están tan contentos. No es para menos, mientras que muchos padres tienen que despegar a sus hijos de la pantalla, Ángel por lo menos se gana la vida con ello. Durante el curso pasado empleaba más tiempo. "Llegaba a jugar hasta 12 o 13 horas al día, pero este año sólo trabajo unas 20 horas semanales", relata.
No obstante, Ángel sabe que flaquear en los estudios sería mal asunto. Ni siquiera le salvaría del rapapolvo ser hijo único, sobrino único y nieto único. Su madre asegura que, de momento, no hay problema para compaginar la consola con los libros ahora que ha comenzado el Bachillerato de Bellas Artes. "Saca buenas notas e incluso ganó un premio de poesía de la Junta de Castilla-La Mancha", afirma a la vez que asegura que no perdona su paga como hijo a pesar de tener trabajo.
Ángel López es modesto y le quita hierro a lo de la poesía, aunque se siente orgulloso de aquellos versos premiados sobre don Quijote. Ángel no monta a Rocinante, pero se zambulle en los numerosos personajes de sus videojuegos y parece tener claro su futuro a sus 17 años. Asegura que la consola tampoco le quita tiempo para ir al cine o leer.
Ha escogido el Bachillerato de Bellas Artes para hacer infografía y diseñar juegos. "Hay que irse a Estados Unidos o Japón, pero será cuando termine el Bachillerato cuando hablaré en serio del tema", reconoce. Siendo así, sus padres no ven ninguna pega.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.