El Sevilla da por bueno su empate en Mallorca
Empate sin sobresaltos en Son Moix entre dos equipos todavía a medio hacer, con claras dificultades para mantener una mínima regularidad durante los 90 minutos. Comenzó mandando el Sevilla. Los de Caparrós son voluntariosos buscando la pelota y se encuentran cómodos esperando el contragolpe.
Su referente en ataque, Darío Silva, avisó varias veces antes de quedarse solo en el área local y enchufar el gol andaluz, sin oposición alguna. La defensa del Mallorca se dedicaba, en ese preciso instante, a protestar una posible falta que invalidara el tanto.
Casquero pudo aprovechar la modorra balear para poner tierra por medio, al estrellar el balón en el palo poco antes de cumplirse la media hora de partido. Hacía tiempo que el Sevilla marcaba el tempo del encuentro cuando el Mallorca despertó de la siesta. Eto'o bregaba en terreno contrario, aparentemente desasistido y aislado.
MALLORCA 1 - SEVILLA 1
Mallorca: Miki; Cortés, Lussenhoff, Niño, Poli; Campano, Marcos, Colsa, Toni González (Nené, min. 58); Bruggink (Ligüera, min. 80) y Eto'o.
Sevilla: Notario; Alves, Javi Navarro, Alfaro, David; Gallardo (Marcos Vales, min. 58), Martí, Casquero, Luis Gil; Reyes (Antoñito, m. 47) y Darío Silva (Carlos, min. 85).
Goles: 1-0. M. 17. Darío Silva, tras un fallido despeje de Lussenhoff.
1-1. M. 38. Bruggink bate a Notario con un colocado disparo de falta directa.
Árbitro: Teixeira. Amonestó a Cortés, Lussenhoff, Poli, Daniel, Darío Silva y Casquero.
Unos 17.000 espectadores en Son Moix.
Al Mallorca le cuesta dar con la vía del gol: sin la magia de Ibagaza, la conexión con la delantera funciona a trompicones. Así las cosas, el empate llegó de falta directa, lanzada por Bruggink con precisión, por encima de la barrera y lejos de los guantes de Notario.
El Mallorca tuvo el balón en el segundo tiempo, aunque lo movió con desigual acierto. La zaga rojilla, insegura y descoordinada hasta entonces, se liberó de los incisivos serpenteos de Reyes, sustituido. Pero la carencia ofensiva de los baleares se hizo patente con un juego romo, sin mordiente: Eto'o desperdició una de las pocas ocasiones en que los baleares desbordaron a la defensa sevillista.
Como mal menor, la grada se contentó con abuchear generosamente la actuación arbitral. El Sevilla, ajeno a las tribulaciones locales, dio carpetazo al asunto y agradeció el pitido final.
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