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Reportaje:FÚTBOL | Segunda jornada de Liga

"Todo por el Barça"

80.237 socios fueron al estadio en un acto de militancia culé y se maravillaron con el brasileño

"Más que un partido normal de la Liga era un compromiso llenar el Camp Nou ", resumió con excitación Francesc Adroher, el socio número 29.044 del Barça. Otro, Ernesto Valverde, apostilló: "Había que hacer un esfuerzo para hacer respetar al Barça". Y así, otro, otro y otro. Hasta sumar 80.237 aficionados -el club vendió las 12.500 localidades disponibles- que acudieron en la madrugada de ayer al Camp Nou. Pese al empate, el esfuerzo se vio recompensado con el golazo de Ronaldinho. Eran cerca de las 01.30 y el Barça perdía por 0-1. Ronaldinho recibió el balón en el centro del campo. Por delante de él, el doble pivote sevillista, unos cuantos defensas más y muchos metros hasta la portería de Notario. Dos quiebros, sin forzar la cintura, con elegancia, todo a la carrera. El balón se puso a tiro y Ronaldinho dibujó una parábola increíble desde 25 metros. El delirio en el Camp Nou. "Disparé porque tenía confianza. El balón estaba en una posición perfecta para golpearlo", relató cuatro horas antes de subirse al avión para viajar a Brasil para incorporarse a su selección.

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Francisco Caparrós, el técnico del Sevilla, y Frank Rijkaard, el del Barça, se enzarzaron en una agria discusión antes del descanso, pero ambos coincidieron al final. "Fue una maravilla de gol. Valió la pena jugar a medianoche para verlo", dijo el sevillista. Y el holandés apostilló: "Es un jugador capaz de inventarse esos goles".

La noche de fútbol fue extraña, con ingredientes para captar la atención del público a una hora intempestiva. Pero la cosa funcionó y Joan Laporta, el presidente del Barça, que ha decidido que deje de ondear la bandera española en La Masia por ser un centro privado -la del Camp Nou desapareció, pero finalmente volvió a izarse- recibió otro respaldo masivo de los socios. "Sólo por el gol valió lo de jugar de madrugada. De no ser a esta hora, Ronaldinho no habría jugado", dijo Laporta.

El éxito estaba asegurado tres horas antes del partido. Fue extraordinario. Al minuto de abrirse las puertas del estadio, a las 21.15, se formaron monumentales colas en las casetas, donde se servía gazpacho, tabletas de chocolate y embutidos. Los peñistas de fuera de Barcelona respondieron. Más que ir a un partido, fue un acto de militancia. "No pasa nada por no dormir. A las cinco de la mañana ordeñaré mis vacas. Es un momento para hacer país y responder al ataque de los poderes del fútbol español. Eso al Madrid no le habría pasado", manifestó Adroher, de Vilapriu (Girona).

La junta respiró aliviada al final. Ni los boixos nois ni los casuals cometieron actos violentos. La directiva temía una reacción después de que Laporta les acusase, tras el Trofeo Gamper, de haberle pedido dinero y entradas. Los boixos negaron haber protagonizado tal chantaje.

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