Buceo junto al tiburón ballena

Las caribeñas Islas de la Bahía, de frondosa vegetación, poco pobladas, de arenas blancas y aguas turquesa, cuentan a su alrededor con un extenso arrecife de coral y más de cien puntos especiales para sumergirse, observar y conocer corales, peces y vegetación marina. Estos lugares son aptos para buceadores con todos los niveles de experiencia, desde el de superficie hasta el buceo de profundidad. Allí se encuentran maravillosas cuevas, y con suerte, en las proximidades de los arrecifes quizá aparezca algún ejemplar de tiburón ballena, fantástico pez que puede alcanzar una longitud de más de 15 metros y un peso de 18 toneladas. Es posible bucear de noche gracias a la buena visibilidad (entre 24 y 37 metros) y a la suave temperatura del agua (de 24 a 26 grados). También se pueden ver barcos hundidos y, quién sabe, incluso encontrar alguno de los tesoros que los piratas escondieron durante los dos siglos que usaron las islas como escondite y refugio. Allí resuenan todavía los nombres legendarios de piratas como Henry Morgan, John Coxen, Van Horn, William Jackson o Morris.

El pez más grande del mundo, un pacífico vegetariano que se alimenta de plancton, nada en estas aguas. Uno de los arrecifes de coral más grandes del mundo espera a los buceadores.

El archipiélago lo componen tres islas mayores, tres pequeñas y unos 60 atolones y cayos. La isla más grande y poblada es Roatán, con unos 50 kilómetros de largo por 4 kilómetros en su parte más ancha y una población de unos 8.000 habitantes; le sigue en tamaño Guanaja, con 16 kilómetros de largo por 6 de ancho, y unos 1.500 habitantes. La isla más pequeña es Utila, con una superficie de 41 kilómetros cuadrados y una población de unas 700 personas. Las demás islas y cayos están deshabitados. Hay cayos arbolados propiedad de millonarios que se han construido casas de veraneo con embarcaderos y playas para su disfrute exclusivo.

En 1502, Colón, en su cuarto viaje, se topó con la isla de Guanaja y la llamó de los Pinos por la cantidad de árboles de esa especie, muy convenientes para la fabricación de barcos. Más tarde, los españoles, que nunca fundaron una ciudad en el archipiélago, desalojaron por la fuerza a los indígenas con el pretexto de que no ayudaran a los bucaneros, corsarios y filibusteros a arreglar sus barcos ni les consiguieran provisiones, en un intento de frenar la piratería. En esta isla no circula ningún coche ni hay carreteras. La población habita muy concentrada en dos cayos próximos a la isla y conectados por puentes. Todos los desplazamientos se realizan en canoas. Los hoteles están aislados y apartados en exclusivos lugares dedicados al buceo, las actividades marinas y al relax playero.

Cultura garífuna

Los ingleses llevaron a Roatán esclavos rebeldes africanos de la isla de San Vicente y de las islas Caimán. En ese aislamiento desarrollaron la cultura garífuna, mezcla de inglés, lenguas indígenas y africanas. Hoy, la más hablada es el inglés y las poblaciones tienen nombres ingleses.

Son famosas las puntas, danzas de origen funerario que se representan en los hoteles como atracción turística y que mezclan los bailes, cuentos y juegos de cartas en un festejo de la vida. Los hombres se tapan la cara con máscaras de tela metálica de las que cuelgan lazos de colores y se cosen conchas a la altura de las rodillas para que suenen al danzar. Con maracas de caracoles y caparazones de tortugas consiguen la percusión de un ritmo frenético mientras las mujeres bailan moviendo increíblemente las caderas. La población garífuna más antigua de Centroamérica está en Punta Gorda, al noreste de la isla.

Una cadena montañosa recorre la isla de Roatán de este a oeste al igual que la carretera. Como la isla es estrecha, en algunos puntos elevados se pueden ver las costas norte y sur a ambos lados de la calzada. Las playas más bonitas y con mayor infraestructura turística están en West End y West Bay. Merece la pena alquilar un bote-taxi y costear el pueblecito de Oak Ridge, que es de lo más pintoresco, con las casas pintadas de alegres colores sobre pilotes en el agua y rodeado de manglares. La capital de la isla es Coxen Hole o Roatán, pueblo desordenado, bullicioso y con poco interés turístico en el que están los servicios oficiales y los bancos.

Utila es la isla más cercana al continente, a diez minutos de avión desde la ciudad costera de La Ceiba o a dos horas en un bote con motor. Es uno de los sitios más baratos para hacer un curso de buceo. En lugar de grandes resorts, los lugareños han adaptado sus casas para recibir huéspedes: típicas construcciones caribeñas sobre pilotes bordeando la costa, de una planta o dos, de madera, con tejados a dos aguas y colgando del alero una guirnalda de madera a modo de encaje. En temporada alta se llena de mochileros paseando por la única calle del pueblecito. Pero la tranquilidad y el sosiego no están amenazados. Los visitantes enseguida se lanzan a bucear, recorren en canoa los bosques de manglares o se dirigen al norte de la isla, en busca de las mejores playas de arena blanca.