El Celta empaña su ingreso en la Champions
El Celta empañó su ingreso en la Liga de Campeones con un intento de suicidio, que no se llegó a consumar por los titubeos del Slavia, un equipo indiscutiblemente menor. Relajado e incomprensiblemente intimidado por la presión de los checos, el equipo de Lotina vivió al borde no sólo de la eliminación, sino también del ridículo, del que sólo escapó durante los treinta primeros minutos de la segunda mitad, cuando se decidió a echar el balón al suelo. El resto fue un calvario, muy distinto de la entrada triunfal en la Champions que el 3-0 de la ida parecía anunciar.
Ni rugían las gradas, ni el campo estaba impracticable, ni el Slavia fue un huracán. Simplemente, el Celta dimitió. Lotina habló durante las últimas semanas de la necesidad de buscar la victoria para evitar la eliminación, pero sobre la pradera del semivacío estadio praguense extendió la versión más tacaña del Celta. Volvió al triple pivote, arreó pelotazos y cedió el terreno al Slavia, que sólo necesitó tirar de las jugadas a balón parado para ir limando el resultado de Balaídos. Cada balón aéreo provocó un infarto en el corazón del área.
SLAVIA DE PRAGA 2 - CELTA 0
Slavia: Kozacik; L. Dosek, Bejbl, Petrous, Hrdlicka (Latka, m. 72); Pitak (Fort, m. 81), Zacharias, Dostalek, Skacel; Kuka (Adauto, m. 59) y M. Dosek.
Celta: Cavallero; Velasco, Sergio, Cáceres, Sylvinho; Ángel, José Ignacio, Giovanella (Gustavo López, m. 57; Contreras, m. 84); Mostovoi, Edu; y Milosevic (Catanha, m. 91).
Goles: 1-0. M. 17. Córner que cabecea Dostalek. 2-0, min. 30. Hrdlicka, tras uun rechace.
Árbitro: Frank de Bleeckere (Bélgica). Expulsó a Lotina (min. 17) y a Mostovoi (79). Amonestó a José Ignacio, Giovanella y Zacharias .
4.000 espectadores en el estadio Strahov de Praga. El Celta se clasifica para la Liga de Campeones por 3-2 en el global de la eliminatoria.
A los 17 minutos ya habían aprovechado los checos un córner mal defendido. Los escalofríos se convirtieron en sudor frío trece minutos más tarde, cuando una falta lanzada por Dostalek atravesó el área sin encontrar quién la despejara. El balón llegó a Hrdlicka, tan abandonado que le dio tiempo de cazar el rechace de Cavallero sin oposición. Con una hora por delante, el partido parecía condenado a un final trágico. El Celta estaba en otra cosa.
La segunda parte evidenció lo mal que le viene al Celta el traje de obrero. Abandonó el balón largo, echó el balón a la pradera y puso al Slavia a bailar. El ingreso de Gustavo López en el campo incrementó la impotencia de los checos, que dejaron de molestar el área céltica. No llegó el gol que hubiera finiquitado la eliminatoria, pero la cuestión parecía zanjada. Hasta que Mostovoi fue expulsado, y el Celta volvió a asumir el papel de la primera mitad. Entre despejes agónicos y pifias descomunales del Slavia llegó el final de la tortura, una extraña mezcla de complejo y relajación.
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