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Reportaje:

El laberinto cristalino

El Karst en Yesos de Sorbas (Almería) descubre al visitante las entrañas de la roca transparente erosionada por el agua

Los hermanos Carmen y Ángel, de nueve y cinco años, respectivamente, han aprendido a su temprana edad lo que significa el silencio y la oscuridad absoluta sin tener que imaginársela: a 50 metros bajo tierra y en una gran cueva incluida en un itinerario laberíntico de casi 700 metros cuadrados. Sus padres, Rosa Lozano, de 38, y Javier Castrejón, de 41, peluqueros de profesión, también obtuvieron sus propias conclusiones tras la ruta espeleológica ofrecida por la empresa Natur Sport: el gran mito de la barriga cervecera en absoluto esobstáculo para vivir a tope una aventura.

Los cuatro, pertrechados con su casco y una lámpara, escalaron, saltaron, sortearon grandes piedras y se arrastraron por el suelo para ir de una galería a otra dentro de ese mágico recinto que forman los karst en yesos de la localidad almeriense de Sorbas.

La familia madrileña no se lo pensó dos veces en cuanto vio un folleto publicitario en uno de los parques acuáticos de la provincia, donde pasan el mes de vacaciones. Optaron por la ruta básica, pensada para particulares y colectivos, como la mejor forma de conocer el Paraje Natural Karst en Yesos, que cuenta con más de 1.000 cavidades excavadas en yeso que llevan a 600 cuevas diferentes y un sinfín de galerías repletas de estalactitas y estalagmitas.

Lo imponente del recorrido, amén de ponerse en el pellejo del mismísimo personaje de Indiana Jones, es contemplar el brillo del yeso -sulfato de calcio con dos moléculas de agua- que cubre las paredes de la roca al iluminarse por los cascos de los expedicionarios. Las explicaciones de Celia Rodríguez, una de los ocho guías con los que cuenta Natur Sport, son de vital importancia para el tramo. "La palabra karst viene de cárstica y significa formación del mismo tipo de mineral. Por eso a este paraje se le llama zona cárstica", expone al paso de una de las galerías de entrada. Es ella la que advierte al visitante sobre las dolinas, esas depresiones superficiales con forma ovalada características de los terrenos cársticos formada por la disolución de la caliza a causa de la acción del agua.

La Alhambra subterránea

Celia también hace reparar a su auditorio en los ramajes incrustados en el techo de las cuevas. "Observando esto, os podéis hacer una idea del nivel que el agua alcanzó en los años 70. Esas ramas las dejó el agua a su paso por estas cuevas", indica.

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La ruta supone, además del ejercicio físico, otro de imaginación que permite entender mejor los procesos naturales de una cueva activa, en la que sigue pasando el agua en época de lluvias. Así, el pasaje de la ballena no es sino el antojo de ver al mamífero marino con su enorme boca abierta en mitad de una galería por efecto de la erosión propia de la arcilla que une las diferentes capas de yeso entre sí.

De igual manera, Celia presenta a su grupo la sala de la Alhambra con su techo mozárabe o la sala de las camas del faquir, un divertido invento que explica la erosión del yeso y a la que los niños Ángel y Carmen no se resisten en probar.

El fin del recorrido de la cueva del Yeso o Barranco del Infierno, según la gente del pueblo, sabe a poco a la expedición a pesar de las innumerables gateras que han debido superar.

Tras esta primera experiencia, la ruta combinada o la ruta técnica se antojan asequibles. En ellas el grado de dificultad aumenta al tener que trepar y atravesar gateras de varios metros.

La visita a la Cueva del Tesoro, posiblemente la cueva más importante del karst en yesos por la espectacularidad y el tamaño de sus cristales, supone la ruta más intensa por su recorrido con pasos verdaderamente complicados (hay que rapelar unos metros en un momento del tramo) para personas ajenas a este deporte. En este recorrido, exclusivo de la ruta técnica con una duración de cuatro horas y media, se equipa al visitante de arnés y cuerda por seguridad.

El paraje natural está enclavado en una de las zonas más áridas de Europa, en los llamados subdesiertos de Álmería,donde apenas se registran precipitaciones. En este escenario florece la espuelilla, el narciso y la jarilla de Sorbas, que son endemismos exclusivos de la zona y que se hallan en peligro de extinción. Entre las especies más sobresalientes de fauna de la zona figuran la tortuga mora, el zorro, el tejón, la comadreja, la gineta y algunas rapaces, como el águila perdicera, el halcón peregrino y el cernícalo.

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