Manual de desencuentros
Rebecca Miller ha elegido siete mujeres de toda edad y condición para retratar la palpitante y desquiciada actualidad norteamericana, pero su vertiginoso fresco de la sociedad y la cultura en Estados Unidos adquiere su verdadero valor en la medida en que refleja -con llamativa eficacia- la enorme diversidad de patologías que, más allá del sexo, el dinero o el poder, atenazan el equilibrio del individuo. Que no se trate de un libro moral no merma el valor de las denuncias escondidas tras estas semblanzas deliberadamente sintéticas: Miller trabaja con diligencia unas escuetas descripciones físicas y anímicas que permiten imaginar a los personajes con inusual efectividad, virtud narrativa sin duda en consonancia con la alta velocidad personal de que hace gala la hija de Arthur Miller. Este concepto, que da título al libro y regula el modo en que adolescentes, ancianas, niñas y mujeres se debaten frente a la lógica de la vida cotidiana, funciona como telón de fondo de unas relaciones dominadas por la presión, los atavismos familiares y religiosos y la pervivencia de valores más propios del siglo XIX que del XX pese a la fulgurante progresión de avances tecnológicos en la vida civil.
VELOCIDAD PERSONAL
Rebecca Miller
Traducción de Esther Tusquets y Néstor Busquets
Anagrama. Barcelona, 2003
173 páginas. 13 euros
La conflictiva personalidad
de Nancy Dunne, una niña neoyorquina de ocho años tan desolada por la vacuidad de su entorno burgués como por la falta de diálogo con sus padres, supera los tópicos de la crónica sociológica y puede conmover igual que la dramática fuga de Delia Shunt a Arizona tras una brutal paliza de su marido, en el extremo opuesto de sofisticación y poder adquisitivo. Los del arte, la edición, la literatura y los negocios son algunos de los mundos reflejados en este manual de soledades y desencuentros que al final de su lectura quedan sutilmente trabados por insinuaciones y guiños al espacio y al tiempo (una misma calle, un viejo amor), como si un aura nabokoviana sirviese de escudo a una autora amenazada por la grosera realidad de su contexto. Rebecca Miller no mantiene siempre el grado de sutileza de sus mejores piezas -Paula, el encuentro fortuito entre una superviviente de la violencia urbana y un adolescente torturado en todos los sentidos de la palabra, es un cuento de delicada sentimentalidad y matices cortazarianos, y quizá el más depurado-, pero no es menos cierto que el material sobre el que trabaja exige un continuo, cuando no radical, cambio de tercio. A eso hay que añadir una constatación esencial: con estas siete calas en la mentalidad de los hombres y mujeres de hoy, Rebecca Miller demuestra que todo puede ser contado, por lo que además se convertirá con toda probabilidad en una autora de culto y con total seguridad en una referencia inexcusable para escritores y lectores ávidos de pautas con las que desentrañar la compleja maquinación que se cierne sobre los inocentes habitantes de la primera potencia del orbe.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.