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Columna
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'Marketing'

Todos mienten y sabemos que nos mienten. Los políticos, los hombres del tiempo, las echadoras de cartas, las compañías de sondeos. Y ¿qué decir de la publicidad? Los expertos de marketing han valorado tan seriamemente el acusado recelo del público, que sus estrategias están cambiando radicalmente. Puesto que la gente no se fía de nadie, excepto acaso de los muy cercanos, la forma de persuasión está pasando de los anuncios a los consejos íntimos y de los altavoces a los susurros.

Nuevas compañías en el mundo del marketing, como Electric Artist, Ammo, Big Fat o Buzz Marketing Group, se basan ya en la influencia del rumor e introducen incluso actores entre la ciudadanía para difundir la bondad de ciertos artículos. Actores desconocidos que hacen de turistas y exhiben las últimas novedades de Sony; actores prestigiosos que, de pronto, aparcan en prestigiosos lugares el mismo modelo de coche; adolescentes/actores que difunden entre sus condiscípulos una marca de ropa o de zapatillas. El rumor y su capacidad de contagio es el tema del libro The Tipping Point, publicado hace un par de años, pero además ahora ha sido best seller The Anatomy of Buzz, donde se muestra el gran poder epidemiológico y supermercantil del boca a boca. Así llegó el formidable éxito a Soldados de Salamina y al mismo Harry Potter o a Bowling for Colombine. El efecto vírico del rumor es mucho mayor que el alcance publicitario e incomparablemente más barato. ¿Críticos de libros? ¿Críticos de cine o de teatro? Pocas veces estos dignos profesionales, referentes capitales en otro tiempo, lograron menor influencia. El público vive patológicamente escamado en una sociedad de la sospecha. Desconfía de lo que se dice en los medios, no cree en la probidad de los bancos o de las empresas, teme que le timen en el viaje organizado o en el apartamento de alquiler, ha verificado la mentira del artefacto proabdominales de la teletienda. Lo único que vale, en todo caso, es lo que nos dice un conocido. Pero, ahora, ¿cómo no sospechar también de él? ¿Cómo saber que el amigo o el amante no han sido captados por la nueva artimaña destinada a explotar el resto de confianza que guardaba el corazón? ¿Cómo existir, en fin, sin marketing?

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