"Aún no me veo preparado para subir al podio de París"
Son las diez y media de la mañana. La hora justa, demasiado tarde para los madrugadores y demasiado pronto para los dormilones. El lugar es siempre el mismo, la plaza de Iurreta (Bizkaia). De aquí parte siempre para el entrenamiento la conocida como grupeta del Duranguesado. O sea, todos los ciclistas profesionales que vivimos en un radio de unos pocos kilómetros en la comarca de Durango, que no tenemos más remedio que salir a entrenarnos haciéndonos mutua compañía.
Pongamos que estamos en un día cualquiera, uno por ejemplo de mayo. ¿Que cuál ha sido este año el mes de Iban Mayo? ¡Ufff! Pudo ser abril, o quizá junio, o quizá sea julio, no lo sé muy bien. Lo que sí que sé es que en el mundo del ciclismo más de uno se ha quedado anquilosado en Mayo. ¿O es más correcto decir con Mayo?
"Después de ganar la Dauphiné, Armstrong dijo que le había hecho sufrir. Un orgullo"
"El problema es que llevo en forma desde marzo. Y, aunque hice un parón, no estoy al ciento por ciento"
"¿Un sueño? Gano en Luz Ardiden y le meto 38 segundos al americano, un minuto a Beloki..."
Pregunta. Bueno Iban, ayúdame un poco, que esto no es lo mío. [me interrumpe: '¿No creerás que lo tuyo es la bicicleta?'; hago como que no he oído nada, que ya le sé yo torear a éste.] ¿Cuál ha sido la pregunta que más te han hecho desde la Vuelta al País Vasco en adelante?
Respuesta. Eso es fácil: que si íbamos a ir al Tour.
P. Ya, claro. ¿Y después de que supisteis que ya íbais al Tour?
R. Pues que si voy a subir al podio en París.
P. ¿Y qué me dices? ¿Vas a subir al podio?
R. Ya veo que vienes en plan original. Pues... no. [Me ha defraudado, pero matiza] Por lo menos, no este año.
P. ¿Acaso le tienes miedo a alguien?
R. No, no es eso. Sólo que no me veo preparado ni física ni mentalmente para conseguirlo. También está el pequeño hándicap de la crono por equipos, en la que deberíamos perder varios minutos. Pero el problema puede ser que llevo en forma desde marzo. Y, aunque hice un parón y he vuelto a andar igual que entonces, no creo que haya llevado la mejor preparación para dar en el Tour el ciento por ciento.
P. ¿Y crees que, de haberla llevado, estarías en disposición de subir al podio?
R. No en el Tour. En la Vuelta a España sí que veo claro que mi siguiente paso sería entrar en el podio. Pero en el Tour prefiero esperar a ver qué pasa este año antes de plantearme otros retos.
P. Bueno, ahora imagínate que yo no entiendo mucho de ciclismo y desconozco el esquema clásico del Tour. [No me cuesta mucho imaginarlo porque es el caso, me interrumpe]. Analiza en síntesis el recorrido de este año y cómo esperas que te vaya en cada momento.
R. Vamos a ver. Empezamos con un prólogo en París y, ya sabes, ése es un día en el que analizas esas primeras sensaciones.Tenemos después tres o cuatro etapas llanas, etapas que para nosotros son días de nervios. Objetivo, pasarlas intacto y ya está. En la sexta etapa nos encontramos con la crono por equipos, en la que perder en torno a los tres minutos sería un buen resultado para nosotros. Tras unas etapas que, sin ser duras, son ya más tranquilas, nos plantamos en los Alpes. La primera etapa de los Alpes me trae buenos recuerdos porque la parte final es idéntica a la etapa que gane en la Dauphiné [Libéré] y la conozco al dedillo. Esto es importante, vayas bien o mal, porque en un caso sabes dónde atacar y en otro dónde sufrir para perder lo mínimo posible. Al día siguiente, casi nada: Galibier, Telegraphe y final en l'Alpe d'Huez. Es la etapa reina de los Alpes, pero sinceramente le tengo más respeto a la del día anterior por aquello del cambio de desarrollos del plano a la montaña. La siguiente es la etapa en la que se sube el Izoard, que es un puerto muy duro, pero que está excesivamente lejos de la meta. Y, una vez pasados los Alpes, llega la primera crono individual, que acabará de definir la clasificación general. Después, unas etapas de las llamadas de transición y... ya estamos ya en Pirineos. De aquí, cómo no, me interesa la etapa reina, con el mítico Tourmalet y Luz Ardiden. Esta es la más dura de los Pirineos y la más deseada por los vascos. Al día siguiente, final en Bayona, casi como en casa, con el durísimo col de Bagarguy, la estación de esquí de Iraty, pero con mucho llano hasta la meta. Es la última oportunidad para los escaladores. Y luego ya enfocamos la recta final. Unas etapas para escapadas. Y para terminar, el durísimo látigo de París.
P. Ahora que hablas de París, ¿no es un poco absurdo salir de París y tener que pasar tanto sufrimiento para volver a París?
R. Pues sí, pero también es absurda esa pregunta y, de momento, no me he quejado. Además, siendo el centenario, este año se tratará de que más que nunca sea el Tour de la France.
P. Una vez analizado el recorrido, ¿que me dices de los rivales?
R. Sobre todo, me fijo en los que estén para disputar etapas de montaña, pero no me preocupa ninguno en exceso. Mi preocupación es estar yo bien. Los del Giro seguro que dan guerra, como Garzelli y Simoni, pues no estarán para la general y jugarán sus bazas en las etapas. También habrá que estar atento a los que ataquen desde lejos, porque atacar de cerca será imposible si no existen muchas diferencias en la general, pues tanto Armstrong como su equipo tendrán la situación controlada. Beloki no me inquieta tanto porque su guerra es la general y la mía es otra. Quizá sea positivo para mí perder tiempo en alguna etapa, pues eso hará que no esté tan controlado y tenga más capacidad de movimiento.
P. Es decir que, si te vemos perdiendo tiempo en cualquiera de las primeras etapas, será una buena señal, ¿no?
R. Sí, más o menos. Desde luego, no me afectará a la moral.
P. Y lo mismo en cuanto a la crono por equipos.
R. Bueno, es diferente, porque ahí está la moral del equipo. Nosotros vamos a ir a tope y lo que tengamos que perder es fácil que ya lo hayamos perdido los días anteriores.
P. Hablando de rivales, no me has hablado de Armstrong. ¿Qué pasa? ¿Que el americano no corre y yo no me he enterado?
R. Ya, es que ése no es rival de nadie. Es sabido por todos que está un escalón por encima de los demás. Me podrás decir quién ha sido segundo en los Tours anteriores, pero no quiénes han sido sus rivales. Rivales, sí, pero siempre entre comillas.
P. Beloki, por ejemplo.
R. Lo de Beloki tiene mucho mérito, estar ahí tantos años seguidos..., pero nunca ha inquietado al americano. Joseba ha tenido la mala suerte de encontrarse con un rival muy superior. Hasta ahora, en el Tour nunca nadie le ha hecho sombra al americano.
P. Pero tú en la Dauphiné si que se la hiciste.
R. Sí, pero, tú lo has dicho, aquello era la Dauphiné y esto es el Tour. Allí, en la crono, él me sacó tiempo. Yo fui tercero, detrás de él y Millar, y terminé muy contento por el tiempo que me separó de Millar, porque el otro es de otro planeta. Pero, sin embargo, en la montaña sí que creo sinceramente que fui superior a él; le planté cara y conseguí soltarle. Y no lo digo yo, sino que él mismo lo manifestó. Después de ganar, dijo que hacía mucho tiempo que no se había encontrado con un corredor que le hiciese sufrir por ganar de esa manera. Y eso, para mí, es un orgullo viniendo de quien viene. Eso queda ahí grabado en el recuerdo.
P. ¿Y te ves capaz de repetir la hazaña en el Tour?
R. El Tour es diferente a todo lo demás. Además, yo, cuando ataco, no miro atrás para ver quiénes son los otros. Me da igual. Me veo fuerte y ataco, es así de sencillo. Yo, cuando le atacaba, no pensaba que era él, no me intimidaba. Luego, sí. En el hotel eres más consciente de todo. Pero en la carrera piensas en marcharte solo, no en quiénes son los otros. Pero, ya te digo, la Dauphiné es la Dauphiné y el Tour es el Tour.
P. ¿Por qué el Tour es el Tour?
R. Porque la Vuelta es la Vuelta y el Giro es el Giro.
P. [Cojo aire, me recupero de la lógica aplastante del amigo Mayo y continuo, no sin esfuerzo] Antes, cuando hablábamos de Beloki, se me ha olvidado comentarte que el otro día decía en una entrevista que el Tour es para corredores seguros y no para corredores chisposos que van bien en las vueltas de una semana. ¿Eres tú uno de esos chisposos?
R. Vaya, quizá tenga razón. Yo en el Tour aún no he demostrado nada y él sí. Sí que lo he hecho en vueltas de una semana. Así que, como el Tour no es la única carrera, si no valgo, me tendré que dedicar a ganarlas, aunque sea contra algunos que en una semana no despierten esa chispa.
P. Hombre, Iban, no te cabrees, que te tenemos que ver en el podio de una gran vuelta.
R. Me veo más que en el Tour en la Vuelta. Quizá no este año, pues llevo un calendario cargado, pero sí en un futuro.
P. Y, ya que hablas de futuro, ¿cómo lo ves ahora que terminas contrato?
R. Bien, porque, gracias a lo que he conseguido este año, tengo muchas ofertas de fuera y también la posibilidad de renovar con el Euskaltel. Estoy muy tranquilo en ese sentido, pues sé que en casa me quieren y que hay puja por mí.
P. ¿Crees que influirá en tu fichaje el hacer o no un buen Tour?
R. Para nada. Lo hecho hecho está. Si sale todo bien en Francia, mejor. Pero, si las cosas no van bien, tampoco pasa nada.
P. Cuéntame tu sueño para este Tour.
R. Una etapa.
P. A ver, sí, una etapa. Ahora estás dentro de ese sueño. ¿Qué ves?
R. Estoy en los Pirineos, en la etapa de Luz Ardiden, y veo el triángulo rojo del último kilómetro. Antes he atacado en el Tourmalet, a mitad de subida, cuando el equipo del líder ha empezado a flojear. He atacado y dos corredores han salido a por mí. Nos hemos organizado bien. Hemos hecho la subida a tope y colaboramos en la bajada, en la que nos arriesgamos lo justo. Comienza Luz Ardiden y pongo un ritmo exigente; uno de mis compañeros no puede, se queda, pero aguanta el otro, un italiano muy bueno; bajo piñón, le tenso y veo que él es el débil, pero espero para darle un hachazo a cinco de la meta, y consigo irme en solitario. Dos a meta, minuto y medio con el grupo de Armstrong. Entonces un espectador quiere sacarme una foto. Se pone en medio. ¡No puede ser! ¡Eres tú! Esto es una pesadilla. Me tiras, pero consigo volver a montar sobre la bici y paso el último kilómetro con un minuto sobre Armstrong. Me crezco, esto es mío; me abro paso entre la marea naranja. Cien metros a meta. Ya está, ya está... Levanto los brazos, me dejo llevar, miro el reloj: 38 segundos a Armstrong, un minuto a Beloki, 1m 8s a Heras... Me coloco tercero en la general. No quepo en mí. Dedico el triunfo a la afición.
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