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Columna
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Curso (loco) de verano

Estamos en verano y dan ganas de abandonarse a lo superficial. Pero no se puede. Porque hace un tiempo de perros. Ya lo advirtió la máxima autoridad en témporas del país, el verano comenzaría espléndido y radiante de sol para estropearse en agosto. Y acertó puesto que también dijo que podía ocurrir lo contrario. Así que estamos en lo contrario. Y con unas borrascas terribles en varios frentes. O sea que también estamos en la metáfora, es decir en plenos cursos de verano. Lo ha dicho el diputado y cantautor Gorka Knörr, lamentando mucho que el socialista Huertas se le hubiera enfadado cuando le llamó perrito faldero del PP, porque lo hizo "en forma de metáfora política" y no como un ataque personal. ¿O es que acaso había algo personal en la simpatiquísima metáfora de "GAL mediatico" que utilizó, sin pedir disculpas luego, nuestro lehendakari contra los periodistas que no le son afines? Queda por ver si las metáforas son tan inocuas como parecen pensar nuestro letrista de sopa y su jefe de orquesta.

De entrada hay que señalar que son contagiosas. En la universidad de verano de Madrid también se está abordando el tema. De hecho, sabemos que estamos en verano porque hay más universidades que durante el resto del año. Y muchísimas más metáforas. Empezó Zapatero llamando a sus diputados traidores "manzanas podridas", lo que igual sí supone un cierta suavización respecto a Bono, que les llamó "despojos humanos", porque aunque podrido pudiera equivaler a despojo, manzana es menos que humano, así que nadie tendría por qué sentirse agraviado si le tocaran la pera. En esa línea más neutra ha ido también nuestro lehendakari de España, que se adentró en el campo de la contabilidad para decirle al lehendakari de la oposición que le estaban venciendo las letras, las letras de la corrupción que habían girado durante muchos años.

Desde luego no se puede decir que uno y otro hayan sido muy originales, porque podrido y corrupto viene a ser lo mismo. En cuanto a la intención, ambos han usado la peor que podían sin perder las formas, porque bajo la apariencia de la educación buscaban con saña la yugular del contrario. La buscó también Zapatero cuando dijo que debajo de cada ladrillo de la trama de Madrid había una manzana podrida del PP que bien hubiera podido contaminar a las lustrosas manzanas de su cesto. En resumidas cuentas, que no se puede decir que Zapatero y Aznar se hayan andado con chiquitas, evidenciando que las metáforas no se quedan mancas; lo que ocurre es que, como esta última metáfora revela, resultan incompletas.

Porque si sirven para revelar también ocultan. Es lo que tienen. Cuando Zapatero abomina de las manzanas podridas está apartándolas de sí porque en tanto que frutos no pertenecen a su campo, que es el de las personas rectas o diputados comme il faut. Además, ¿no es su emblema la rosa? Asunto bien distinto sería que hubiera dicho que ha echado de sí a dos rosas podridas. Lo mismo ocurre con Aznar. Al elegir el campo de los números -cero patatero, señor Zapatero-, que es el de las letras o efectos girados, se está colocando en el punto de vista del contable, es decir, de quien está por encima de los números que supervisa y, por ende, más allá de las miasmas que puedan destilar.

Pero no es así porque con referirse a proyectos urbanísticos que valen su peso en oro, a lo mejor no es oro todo lo que reluce. Tampoco parece muy sensato que Zapatero trate de eludir toda responsabilidad en la existencia de dos tipos que se la han dado con queso. De lo contrario se cae en el idiotismo propio de las universidades americanas, o sea no de verano, que, según expuso este periódico, tratan de evitar la realidad de las cosas imponiéndoles la idealidad de los modales. ¿Acaso no es la edad universitaria la más proclive a las relaciones? Pues universidad hay donde prohíben las "proposiciones sexuales sutiles", sin por ello aprobar las directas, claro. Con lo que todo queda en las pajas -de la metáfora- y no en el grano.

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