Pujol destaca la dimensión simbólica de la obra de Verdaguer
Un canto colectivo de L'emigrant en el Saló Sant Jordi de la Generalitat -entonado a media voz- puso ayer, aniversario de la muerte de Jacint Verdaguer, el punto final de las celebraciones del Año Verdaguer. L'emigrant fue, precisamente, uno de los textos que citó el presidente Jordi Pujol en su parlamento, que se centró en destacar la dimensión simbólica y patriótica de la obra del poeta de Folgueroles.
Pujol se remitió a un artículo reciente del estudioso de Verdaguer Ricard Torrents acerca de los valores de la trayectoria y el legado del poeta -la lengua, la cultura, la identidad- y afirmó que si Jaume Balmes hubiese llevado a cabo su obra después de Verdaguer la hubiese escrito en catalán.
Pero quiso añadir un factor más, el simbólico. En este sentido, elogió a los hombres que en la segunda mitad del siglo XIX "rehicieron la conciencia nacional de Cataluña, su historia, su mitología y sus símbolos, que redescubrieron la tierra, volvieron a poner en funcionamiento la bandera y recordaron el 11 de septiembre". Añadió: "Y que nadie se sonría, que todos los países tienen sus símbolos". Pujol recordó algunos referentes franceses, como Juana de Arco y los valores positivos de la Revolución, y suizos, como el desafío que representa la historia de Guillermo Tell.
Las obras que destacó Pujol en Verdaguer por su carga simbólica son Canigó -que definió como "un poema patriótico, de fe y de sensualidad geográfica, porque los países se aman pisándolos y revolcándose en ellos"-; toda la poesía dedicada a Montserrat, con el Virolai como máximo exponente; L'emigrant, y la Oda a Barcelona.
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