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Columna
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¡Jo, la política!

¡Papá es guay! El otro día nos dejó quedarnos levantados hasta más tarde para ver Eurovisión. Yo creía que iba a actuar más gente. Me refiero a que no estaban todos los países. A mí me habían dicho en el cole que cantaba el Papa, representando al Vaticano. Cuando se lo conté a mi padre se rió mucho, y dijo que sí, que también salía la princesa Estefanía representando a Mónaco. Estuve esperando, pero al final no salió ninguno de los dos, y le dije a papá que era un mentiroso.

A la hora de las votaciones estábamos todos muy nerviosos. A mí la canción que más me gustaba era la de Austria, y a mi hermano, que es un pesado, la de Turquía. Y ahí estaban las dos, adelantándose una a otra como en una carrera de camellos de tómbola. Papá, por su parte, animaba a España, y cada vez que votaba un país, nos decía por qué ese país votaba a quien votaba. Por ejemplo, según él, a los turcos se les votaba porque era inminente su ingreso en la Unión Europea, y a Rusia se le votaba por un oscuro interés hacia el Este, y los lituanos, estonios y letones se votaban entre sí porque eran vecinos, y todo era un lío y mi hermano y yo no nos enterábamos de nada entre la charla de papá y el rollo del comentarista ese tan soso que decía toda clase de tonterías.

Por lo visto, alguna razón había para que Italia votase o no a Rumanía, para que Noruega hubiese prestado más o menos atención a Suecia, para que Portugal e Israel votasen a España, y para que España votase a Bélgica, ¡todo encajaba! "Claro", dijo papá, "votamos a Bélgica porque una de las intérpretes es gallega", a lo que mi hermano replicó: "¡Nunca máis! ¡Viva Turquía!". Entonces mi padre le dio unas palmaditas en la cabeza, y le dijo que esperaba que la opinión pública no hubiese olvidado el genocidio de los kurdos. Mi hermano, que es un burro, preguntó: "¿Genoqué?", pero mi padre ya estaba analizando los resultados de nuevas votaciones. Según él, viendo Eurovisión se podía elaborar un mapa geopolítico de la tierra, y, además, pronto Eurovisión sería Mundovisión, y entonces tal vez participasen países como Afganistán o Irak, y el programa duraría todo el día, como las Olimpiadas. Mi hermano preguntó entonces si actuarían también los Pitufos, y papá dijo que no, y añadió que cuando se metiesen los americanos en Mundovisión sería difícil ganarles, lo mismo que en el baloncesto. Mi hermano, que está lelo, dijo: "¡Nunca máis! ¡Vivan los kurdos!"

Cuando ganó Turquía, mi hermano, que en el fondo no entiende nada, daba saltos de alegría. Papá se quejó: "Tongo, tongo", pero le tuvo que dar los cinco euros para chuches que habían apostado. Después de la repetición de la canción, que no se oyó porque el comentarista no hacía más que comentarlo todo, papá nos invitó a que nos fuésemos a la cama. Lo sometimos a votación, y salieron dos votos contra uno, pero papá nos miró fijamente y nos dijo: "Esto no es una democracia. Es una dictadura", y nos mandó a dormir. Jo, la política es lo que tiene, que los pequeños siempre somos los que nos fastidiamos.

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