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DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
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El domingo empieza casi todo

Cualquier ciudadano sensato debería negar su voto a esos candidatos de tan parca imaginación que insisten en sus ortopédicas metáforas acerca de viento y tempestades, polvos y lodos

¿Y qué más?

Hay una película de Alain Resnais, Providence, donde un escritor en fase terminal rememora los episodios de sus relatos y mueve en su imaginación a sus personajes, soberano de sus ficciones incluso en sus últimos días de reinado sobre sí mismo. Su parecido con el candidato Camps, ese actor de reparto de la política, es que ningún límite de manipulación ilusoria le está vedado, de manera que maneja a su antojo a una familia que, pese a lo delicado de la situación, todavía confía en hacerse con su herencia. No se trata ya, en el caso de Camps, de la formulación pública de esa clase de promesas estrafalarias imposibles de cumplir a poco que se tengan dos dedos de frente ocupados en la realidad real de cuanto ocurre, sino de que, perdido ya todo recato, renuncia a formular un programa de gobierno para entregarse con un frenesí inusitado a la venta al por mayor de crecepelos en una convención de calvos.

Massive attack

Ahora parece que van a reconstruir masivamente la previa destrucción masiva de Irak sin haber encontrado ni rastro de las armas de destrucción masiva que el malvado Sadam Husein habría destruido masivamente antes de que las tropas aliadas no encontraran en la masiva toma de Bagdad otro adversario que tres o cuatro periodistas desperdigados, de los que dieron buena cuenta. La gestión de esa guerra ha sido perfecta -incluida la torna de la inscripción de los doscientos mil votantes de Batasuna en el listado del terrorismo internacional que encabezan el más lerdo de los Bush y el más listo de los Aznar-, pero la gestión de la paz parece algo más complicada, ya sea por desidia, por ignorancia, por el conflicto de intereses contrapuestos, o por todo eso actuando al mismo tiempo en una situación urgente y nueva que los cruzados de occidente deben resolver como Alá manda antes de meterse en otro jardín de esa clase.

El eje del mal

Eugenio Nassarre, uno de los mandamases de la campaña del partido populero, dice que mejor no hablar del pisito madrileño de Zaplana, quien a su vez dice que calla por prudencia sobre los detalles muy emprendedores de ciertos empresarios valencianos. El único que no se calla es Aznar, resuelto a regurgitar el espíritu guerracivilero a cuenta de la supuesta existencia en esta convocatoria electoral de una coalición de mucho radicalismo que recordaría a este Aznar de tercera generación el fantasma maléfico del Frente Popular. Lo único que se saca en conclusión es que los protagonistas del fiasco del mitin de Mestalla ni siquiera han de prescindir de más cara alguna para comportarse como lo que son, esa derecha que acepta las reglas democráticas cuando le interesa y que las desdeña sin decoro cuando está persuadida de que estorba a sus propósitos.

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Modernidad cutre

Cabe sentirlo por la animosa subsecretaria de autopromoción cultural, que defenestró a Manuel Portaceli del proyecto y que se dispone a colaborar por obra u omisión en la demolición incontrolada del teatro romano de Sagunt, pero lo mejor del museo de San Pío V, retitulado de Bellas Artes, es la reconstrucción de la cúpula que preside el espléndido vestíbulo de entrada. Los naranjeros de primera generación encargaron una arquitectura horrísona para enardecer sus habitáculos, donde la ostentación alborotada se daba la mano con un horterismo de mucho regadío. Eso es la ampliación del Pío V, un receptáculo de diseño para albergar antiguallas de mérito dispuestas según una curiosa obsesión por la simetría especular. Tan inhóspito como un hospital, incluyendo la caída de absurdos cortinajes que tanto vestirían la vivienda madrileña de Zaplana. Tan inútil.

Tendencias

No estaría de más que el votante del domingo próximo tuviera presente que un cambio de orientación significativo en los resultados supondría un alivio como de llamada en espera acerca de asuntos de tanta relevancia como el papel de nuestro país en la solidaridad mundial -que no pasa precisamente por hacer negocios de mucha corrupción en Nicaragua-, la ruptura con el sector más resuelto de la extrema derecha que se ha alzado con el poder militar y económico en Estados Unidos y una posible aportación a la esperanza de diseñar una Europa ampliada y sin complejos, ajena al vasallaje al amigo americano. Parece oportuno reforzar la oportunidad de expresarse en un sentido contrario a la devastación indiscriminada que propician las terminales locales y estatales al rebufo de un imperio impresentable, donde la democracia real y no su invocación como fetiche se centraría en la resolución de acuciantes problemas sociales que ninguna guerra de conquista puede resolver. Es la clave, a su escala, de un futuro más decente.

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