"Sólo los mediocres quieren ganar sin entrenarse"
La primera vez que, en un entrenamiento en el Palau Blaugrana, vociferó "¡defensa!", le entusiasmó que la cúpula le devolviera el eco: "¡Defensa!". Por eso, cada vez que considera que alguien baja el pistón, Svetislav Pesic (Pirot, 1949) coge de un brazo al jugador en cuestión, ahueca su mano tras una oreja y señala hacia lo alto, donde, en la inmensidad del pabellón vacío, reverbera su grito: "¡Defensa!". De la mano de Pesic, el Barcelona afrontará el viernes, ante el CSKA de Moscú -los otros semifinalistas son el Benetton de Treviso y el Siena-, un nuevo asalto a su asignatura pendiente: el máximo título del baloncesto europeo, el de la Euroliga, en su octava final a cuatro.
"Mis jugadores han mejorado su carácter y creen en sus posibilidades"
Por sus exigencias máximas, Pesic responde al estereotipo de los técnicos serbios: dedicar a su deporte más horas de las que tiene el día. Con una mano extrae de su pitillera un purito Davidoff y con la otra acaricia la llave de su plateado Mercedes, sujeta a un llavero con el anagrama de la federación de su país y la inscripción de los cinco Campeonatos del Mundo que ha ganado, el último el de Indianápolis 2002, con él en el banquillo. Con su inglés básico, reivindica la calidad del trabajo sobre la cantidad, rechaza la aureola de suerte que se le atribuye por ganar tantos partidos de forma agónica y se remite a su currículo: el Mundial absoluto y el júnior con Yugoslavia, el Europeo con Alemania, la Liga yugoslava con el Bosna Sarajevo y la alemana, en cuatro ocasiones, con el Alba Berlín, con el que también ganó la Copa Korac. Y en su primer curso con el Barça ya ha ganado la Copa.
Pero ahora está ante su mayor reto, la Copa de Europa, que ya logró como jugador del Bosna en 1979, pero en cuya final a cuatro debuta como entrenador.
Pregunta. "Vivir bien y ganar es incompatible", dijo a sus jugadores cuando llegó en septiembre al Barcelona. Explíquese.
Respuesta. Exactamente les dije que para ganar no podían disfrutar mucho de una ciudad tan atractiva como Barcelona, que eso tendrían que hacerlo una vez concluida la temporada.
P. Controla los detalles: alimentación, salud, viajes... El baloncesto en general no vive según la profesionalidad requerida.
R
. No lo controlo todo. Mi trabajo no es controlar a la gente. Soy entrenador y mi trabajo es sacar lo mejor de cada jugador. Los jugadores no son gente normal, dicho entre comillas, porque trabajan cada día, viajan dos o tres veces a la semana, disputan tres competiciones y sus objetivos son altos. No es posible conseguirlo si no estás bien preparado físicamente. Velo por que la organización sea la mejor posible en todos los sentidos.
P. Está calificado de entrenador duro. Se dice lo mismo de casi todos los serbios. ¿Es tan diferente su modo de trabajar?
R. Eso no es verdad. Todos los de primer nivel son diferentes. No puedo hablar del resto. En Europa los hay muy buenos. Esa imagen de que todos somos duros hace pensar a la gente que no tenemos la calidad suficiente. No puedo soportar que digan eso. Parece que hagamos sufrir a los jugadores. No es justo.
P. Sabe ya lo que significa la frase "tener una flor en el culo"
R. No.
P. Pero sabe que se le aplica.
R. Llevo 20 años entrenando y con éxitos. Me resulta difícil hablar sobre mí mismo, pero la gente que sabe de baloncesto es consciente de que no es posible tener éxito sólo con suerte. Tengo títulos y medallas en todas las categorías. Soy el único entrenador europeo que ha ganado el oro en todas las categorías.
P. Somete a sus jugadores a muchas horas de trabajo. ¿Cómo evita la saturación?
R. Tengo 53 años. En este momento de la vida, he tenido tiempo para aprender en beneficio mío y en el de los jugadores. Los buenos saben que para ganar deben trabajar a fondo. Sólo los mediocres quieren ganar sin entrenarse mucho. No entrenamos mucho, con calidad. Lo primero es eso, la calidad, no la cantidad. Mi filosofía es hacer mejor a cada jugador. Eso es imposible si no se entrena.
P. Aíto García Reneses, su predecesor, decía que el entorno es uno de los problemas más importantes del Barça. ¿De acuerdo?
R. No pienso demasiado en el entorno. Pienso en la preparación de los jugadores. No ignoro la atmósfera exterior y que las esperanzas son muchas, pero no tengo tiempo para pensar en ello. En una final a cuatro todos quieren tener su papel: los aficionados, los periodistas, los directivos... Es normal.
P. ¿Pero influye eso en su equipo?
R. Por supuesto. Es el mayor acontecimiento del baloncesto europeo. Pero tenemos que estar concentrados y trabajar de forma normal.
P. ¿Cómo explica que el Barça, habiendo llegado a cinco finales, no haya ganado ninguna?
R. Nunca se pueden comparar dos partidos. Cada final es diferente. Se puede aprender más de un partido o de una final si pierdes que si ganas. Para mí, es difícil hablar del pasado del Barça por dos motivos: no conozco exactamente todo lo que había en aquellos momentos, pero tengo opiniones de gente que me ha dicho que los resultados han sido muy buenos. El Barça ha estado a punto de ser campeón y rindió a gran nivel durante mucho tiempo. Eso es sumamente difícil.
P. Precisamente por ello no basta con llegar a la final four.
R. Sé que las expectativas son muy grandes. Estaremos preparados, pero no veo un favorito.
P. ¿Cómo llega el Barça y como ve al CSKA?
R. Esta final four será una de las mejores. Estamos a buen nivel y nuestros jugadores han sido capaces de ganar varios partidos con mucha presión y muy igualados. Han mejorado en carácter y creen en sus posibilidades. El CSKA tienen un buen entrenador. Cuenta con una plantilla muy amplia y con varios jugadores de mucha calidad. Sus resultados así lo demuestran.
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