Vuelta a las andadas
Los aires de cambio que el Milan llevó al 'calcio' a comienzos de la temporada han desaparecido casi por completo
Arrigo Sacchi, director deportivo del Parma, gritaba furiosamente a un perplejo Roberto Bettega, directivo del Juventus, el pasado septiembre: "¡Si se juega bien, se tiene que ganar. Vosotros habéis jugado mal y teníais que haber perdido!".
El Juventus acababa de empatar en el último minuto un partido que perdía por 0-2 ante el joven y ofensivo Parma. Eran tiempos en los que ciertos vientos de cambio parecían cuestionar el tópico de que el fútbol italiano seguía anclado en los más estrictos cánones del catenaccio.
A principios de esta temporada, hasta Fabio Capello hablaba de la posibilidad de dar a Guardiola la batuta del Roma. En Milán, Candido Cannavò, una de las almas con mayor sensibilidad futbolística del periodismo italiano, abría su columna de La Gazzetta dello Sport celebrando el debate salutífero: "Italia vive una desconcertante contraposición entre dos realidades: el Milan de la belleza, de la libertad, de la sinfonía de ataque..., y el Inter del juego feo que también rinde".
Cúper: "Todo debe ser funcional dentro de un orden. Se puede jugar mal, pero no perder el orden"
Cannavò: "La mentalidad de Ancelotti es la de toda la vida: no está permitida la aventura"
El Milan animó el nuevo curso instigado por la chequera de Silvio Berlusconi, por aquella época fascinado con el eclecticismo florido del Madrid. El presidente rossonero hizo una plantilla repleta de buenos futbolistas que, con su juego ofensivo y libre de prejuicios tácticos, bajaba el balón al suelo y hacía saltar por los aires el vetusto orden.
Pero de aquella saludable brisa queda poca cosa. Hoy, el Milan es un equipo más preocupado por recuperar a sus estrellas lesionadas que por perseverar en esa audaz fórmula. Ha vuelto a convertirse en un equipo contundente en las áreas, pero con escasa capacidad para elaborar el juego con paciencia, según las condiciones de sus mejores jugadores.
Gianni Mura, agitador columnista de La Reppublica, escribía hace un año que "la señal inequívoca que define el desprecio por el juego de los equipos italianos es el balón largo. El centro del campo, donde sólo deberían habitar buenos jugadores y cerebros pensantes, es ahora una almadraba en la que sólo se trata de recuperar el balón para después pasarlo atrás con el fin de que un defensor lo reviente lejos". Para Mura, los tiempos no han cambiado demasiado, según explicó hace unos días: "El Milan ha dado un paso adelante y dos atrás. Comenzó jugando con muchos fantasistas, pero se le atragantaba la presión que le hacían los rivales pequeños y Ancelotti, su técnico, ha vuelto a confiar más en los jugadores de cantidad que en los de verdadera calidad [en la última jornada el Milan perdió ante el Empoli, en San Siro]".
Cannavò enciende el debate criticando al Inter de Héctor Cúper, el segundo clasificado: "Su juego es una lástima". Y continúa: "La mentalidad de Ancelotti en el Milan recuerda a la del viejo calcio de toda la vida. Aquél en el que no está permitida la aventura. De todas formas, las críticas de cierta prensa española hacia el fútbol italiano me parecen exageradas: El Real [Madrid] es el Real, pero he visto jugar al Valencia y me parecía estar presenciando una procesión fúnebre: un juego triste; dominando la pelota, pero sin ninguna virtud para concluir arriba".
Mura habla de materia prima y sostiene que la única novedad este año en Italia es el Juventus: "Tiene a Nedved, un centrocampista ofensivo universal, y juega con buenos futbolistas por las bandas: Camoranesi y Zambrot-ta. Antes teníamos gente que sabía centrar. Un Conti, un Causio, un Sala... Ahora tenemos corredores incapaces de mandar un buen envío al Vieri de turno. Hasta el Valencia de Cúper tenía juego por las bandas con viejecitos como Angloma y Carboni y estiletes como Kily y Mendieta. Ahora su Inter no tiene eso y su juego es el más pobre de todos los grandes".
Marcello Lippi, el técnico del actual líder de la Liga, es comedido: "No es éste el mejor Juventus que he dirigido, pero si un grupo con un temperamento competitivo formidable y algunos jugadores desequilibrantes". Mientras tanto, Cúper trata de que los silbidos de los tifosi del Inter no atormenten demasiado los oídos de su presidente, perplejo ante un equipo que vive por y para los pelotazos en busca de Vieri, el delantero que lleva 24 goles en el torneo, pero sólo uno ante los equipos de la parte alta de la tabla. Cualquier variante estilística que se le sugiera a Cúper encontrará siempre la misma respuesta en el argentino: "Todo debe ser funcional dentro de un orden. Se puede jugar mal, pero nunca perder el orden".
¿No hay entonces ningún soplo de aire fresco? Contesta Mura: "Para ver buen fútbol hay que mirar a equipos medios. Al Chievo, por ejemplo, que tiene buenos extremos y pone dos delanteros siempre. O al Brescia de Baggio y Guardiola, dos jugadores que han hecho que hasta el entrenador, Mazzone, a sus 66 años, se dé cuenta de que es posible ganar jugando a otra cosa".
El dilema al que esta temporada se ha enfrentado de manera efímera el fútbol italiano hace que vuelvan a cobrar vigencia reflexiones como las expresadas por Cesar Luis Menotti cuando entrenaba al Sampdoria en 1997: "Un partido del calcio es como ver a dos niños peleando por un juguete. Cuando uno de ellos consigue arrebatárselo al otro, lo arroja por la ventana. ¿No es para llevar a los chicos al psiquiatra? Todavía me pregunto qué tienen que ver el orden y el sacrificio con tirar la pelota a cualquier lado".
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