Los viajeros se quedan en casa
Los empresarios confían en un tardío rebote de las reservas
Que la guerra afectará gravemente al turismo es sabido. La cuestión es cuánto, y a este respecto las coincidencias no son ya tantas. Partiendo de la base de que la duración del conflicto será fundamental para prever el desarrollo de la temporada estival, la más importante, lo cierto es que el año ha empezado lleno de incertidumbre y no con excesivo optimismo. La próxima Semana Santa será una especie de mini-test para ver cómo se desarrollan los distintos destinos, pero los expertos matizan que no será suficiente para evaluar el comportamiento del sector. Es un periodo de vacaciones muy corto ocupado, preferentemente, por el turismo nacional.
De momento, la estimación para Semana Santa de la Cúpula Asociativa de Agencias de Viaje (CAAVE) es que la demanda en España caiga entre el 10% y el 20%. A juicio de esta asociación, los hoteles deberán su ocupación al turismo nacional, ya que si sigue la guerra, los extranjeros preferirán quedarse en su casa. Ramón Estalella, secretario general de la patrona hotelera de zonas turísticas, Zontur, afirma que las reservas del mercado británico han caído un 3% sobre la Semana Santa del año anterior, que ya fue mala, y un 10% sobre la de 2001, mientras que el descenso en el mercado alemán es del 6%. "Pero en este caso", afirma, "la causa del descenso no es tanto la guerra como la situación económica".
Si el precio del petróleo durante el año se sitúa en una media de 30 dólares, el número de turistas este año se reducirá un 2,1%
El mercado turístico está pendiente de la duración del conflicto. Si acaba pronto, es posible que se produzca un rebote en las reservas para el verano, ahora muy bajas. Pero nadie se atreve a hacer estimaciones sobre qué pasará si se alarga.
Exceltur, la asociación que reúne a grandes empresas de los sectores directamente relacionados con el turismo, calcula que si el precio del petróleo durante el año se sitúa en una media de 30 dólares -cómo ha ocurrido en el primer trimestre- el número de turistas que vendría a España se reduciría un 2,1%, y el PIB de turismo un 0,6%. Y eso sin calcular el efecto psicológico de la guerra a la hora de tomar la decisión de viajar.
La pesadumbre que se respira en el sector contrasta, sin embargo, con la tranquilidad con la que se ve el panorama desde la Administración. Juan Costa, secretario general de Turismo, afirma que, a juzgar por la llegada de turistas durante los dos primeros meses, cuando ya había vientos de guerra, y los datos previstos en marzo las expectativas pueden ser "moderadamente positivas". Y da como dato que las reservas desde el Reino Unido para todos sus destinos turísticos se han reducido en torno a un 3% o 4%.
La Secretaría General de Turismo no ha preparado ningún plan especial por motivo de la guerra, aunque sí ha acordado con las distintas comunidades autónomas "adecuar el esfuerzo de promoción de destinos en el exterior" a la espera de acontecimientos. De momento, la campaña de Baleares se ha retrasado. Las islas son el destino más castigado por el descenso en el turismo y el cambio en los flujos que está sufriendo España. Los alemanes, el primer mercado para Baleares, han redescubierto otros destinos hasta el punto de que Exceltur calcula que el año pasado su número en España se ha reducido en más de 750.000 personas. Sencillamente, han preferido destinos competidores como Croacia, Bulgaria y Turquía que registraron el año pasado incrementos superiores al 15% en la llegada de tuiristas de los mismos países emisores de los que vive España.
Frente a la esperanza mantenida por algunos sectores de que la guerra hará del mercado español "un refugio" para el turismo y recogerá los flujos que dejen de ir al Mediterráneo Oriental, Estalella se muestra muy escéptico. "Que España esté sufriendo menos que esos destinos", dice, "no quiere decir que no lo esté pasando mal".
Estalella añade que la guerra es un problema coyuntural que añadir a los estructurales que tiene el sector. Problemas, dice, "de altos costes, sobreoferta, calidad, impositivos y de innovación y desarrollo" que, según la asociación, no podrán ser cubiertos, como ocurrió el verano pasado, ni con rebajas.
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