China se plantea repetir el programa Apolo con sus vuelos tripulados
Mientras Estados Unidos se replantea el objetivo de los vuelos tripulados tras la pérdida del transbordador Columbia, China, la potencia espacial más reciente, recrea los días gloriosos del programa Apolo. En octubre próximo, China planea situar sus primeros astronautas en órbita a bordo de una nave Shenzhou. Cuando la cápsula de reentrada, con ellos dentro, alcance en paracaídas las estepas de Mongolia Interior, los chinos esperan haber superado los récord de EE UU y de la Unión Soviética en cuanto al número de tripulantes, permanencia en órbita y complejidad de operaciones en un primer vuelo tripulado al espacio, ya que quieren mandar dos o tres astronautas.
Además, China quiere aventurarse más allá de la órbita terrestre baja. Pekín tiene en marcha programas muy caros para construir una estación espacial y explorar la Luna, e incluso sueña en crear una colonia en Marte. "La tecnología espacial no pertenece únicamente a los países ricos", dice Zhang Houying, director científico del programa Shenzhou. "En ciencia sólo existe el número uno, no existe el número dos. Quisiéramos ser los primeros en contribuir al avance de la humanidad".
El programa espacial chino está controlado por los militares y se ha mantenido en secreto durante mucho tiempo. Sus gestores no hacen público el presupuesto y los detalles de cada lanzamiento, y ni siquiera los nombres de los 14 astronautas que se entrenan en una base aislada cercana a Pekín. Sin embargo, los altos funcionarios dejan claro que pretenden desafiar a EE UU en el espacio, un área en el que ha disfrutado de poca competencia desde el colapso de la Unión Soviética. Los chinos también aseguran que Estados Unidos ha gastado mucho dinero y energías en el transbordador, un vehículo intrínsecamente complejo y arriesgado, lo que da a China la posibilidad de alcanzarles.
Los chinos quieren llegar a la Luna en 2010 y explorar sus recursos. Recurren una vez más al manido tema del helio 3, un isótopo raro en la Tierra que algunos científicos creen que puede ser un combustible limpio en futuros reactores de fusión nuclear. "Tenemos que aprovechar este momento en que ningún otro país tiene un plan completo para volver a la Luna", declaró Luan Enjie, director de la agencia espacial china recientemente a la agencia Nueva China.
El coste de estos programas es enorme para un país en desarrollo. La estimación oscila entre 1.300 y 3.000 millones de euros, menos de un quinto del presupuesto de la NASA, pero al menos 10 veces más de lo que gasta actualmente Rusia. China, sin embargo, se plantea este esfuerzo en gran parte como medio de mejorar su poderío militar y asegura que el último vuelo de prueba de Shenzhou, hace dos meses, probó su capacidad de alterar a distancia la trayectoria de un misil.
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