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LA CARRERA HACIA EL ELISEO

Mitterrand pide unidad tras su rotunda victoria

François Mitterrand fue reelegido ayer presidente de la República Francesa, en la segunda vuelta de la elección presidencial por el 53,32% de los votos válidos frente al 46,68% para el hasta ahora primer ministro Jacques Chirac, según cifras del Ministerio del Interior. Mitterrand al poco de conocerse su victoria, expresó su intención de "unir a todos los franceses que lo quieran" y afirmó que "el primer deber es el de la solidaridad nacional". La participación fue de un 84,73%.

El resultado, superior en más de dos puntos al obtenido por Mitterrand en 1981, le sitúa en una excelente posición para acometer sus planes de apertura al centro, sin necesidad de disolver la Asamblea Nacional, al menos en una primera fase. Mitterrand fijó como primera tarea que el nuevo Gobierno que se nombrará "pronto", busque "en los próximos días, en la metrópolis y en ultramar, el apaciguamiento y el diálogo necesarios", una clara referencia a Nueva Caledonia. Las primeras declaraciones de los dirigentes centristas permiten pensar que Mitterrand hallará un terreno abonado para aplicar su eslogan Francia unida, que fue citado literalmente por su antecesor, Valéry Giscard d'Estaing. Sólo el derrotado Jacques Chirac y su socio de coalición, François Léotard, han anunciado una oposición cerrada. Chirac ha manifestado su disposición a dimitir inmediatamente, mientras que el socialista Michel Rocard, a primera hora de la noche, habló ya con tono de primer ministro in pectore de la nueva política de unidad, en consonancia con la opinión mayoritaria de los franceses, que le consideran la persona más idónea para el cargo. Jacques Chirac, cinco minutos después del cierre de los colegios electorales, admitió la derrota y deseé "buena suerte para Francia y buena suerte para los franceses". El aún primer ministro aseguré que quienes le habían apoyado "son portadores de una esperanza que seguirá viviendo". La declaración de Chirac ha sido interpretada inmediatamente como la apertura de las hostilidades por parte del derrotado, que no desea entrar en ningún terreno de acuerdo con el presidente ayer reelegido. Las crispadas declaraciones del portavoz de Chirac, Alain Juppé, y del dirigente del Partido Republicano, François Léotard, confirmaron el estado de ánimo del chiraquismo

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