Esgrima desvirtuada
Martes al anochecer. Mi hija de 13 años (esgrimista desde los ocho) me llama a gritos: "¡Mira! ¡Esgrima en la tele!". Es algo tan poco frecuente que me siento a verlo. Los chicos de Un paso adelante realizan unos pases de esgrima teatral, una modalidad en la que no se ha de tocar al adversario con el arma. Van protegidos con las caretas, las chaquetillas y los guantes reglamentarios de la esgrima deportiva. Sobra decir que las armas reglamentarias no tienen punta hiriente. Por exigencias del guión, la situación se desmadra y un sable acaba atravesando la rejilla de una careta y casi provoca una tragedia. Como esgrimista, madre de una esgrimista y amante de este deporte, no puedo menos que ofuscarme por lo que veo. En la historia de la esgrima moderna han ocurrido poquísimos accidentes. ¿Qué impacto pueden tener estas imágenes violentas? ¿Qué idea errónea de la esgrima pueden infundir? Es intolerable que se desvirtúe un deporte olímpico por excelencia, noble y ético, transformándolo en un espectáculo morboso.
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