El estadio de la muerte
Si alguien quiere saber dónde late ahora el corazón de las tinieblas no tiene más que visitar el estadio de Kigali. Bajo las gradas, con los pocos enseres que han podido salvar y algunas cabras, miles de ruandeses viven y mueren cada día. La sangre fresca se mezcla con el barro, los muertos con los vivos, los heridos con los aterrorizados, los enfermos de malaria y disentería con los sanos, que cantan para apagar el fragor de las explosiones. "Disparan contra la gente. Pero no podemos hacer nada. Esto es un holocausto", exclama, con los ojos en blanco, el capitán Morshed, uno de los 500 cascos azules bangladeshíes que resisten el aguacero de muerte.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
¿Tienes una suscripción de empresa? Accede aquí para contratar más cuentas.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.