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PERSONAJES

Un oportunista a tiempo

Brian Kontak, un jugador canadiense de segundo nivel, dice que intentará disputar el Open de Estados Unidos femenino

Carlos Arribas

Se veía venir al aprovechado. Apenas una semana después de que la sueca Annika Sorenstam, quizás la mejor golfista de la historia, anunciara que aceptaba la invitación del torneo Colonial para jugar contra un campo de todo hombres, llega un tal Brian Kontak, un canadiense de 31 años cuyo mayor honor hasta el momento, en el mundo del golf fue ganar la Orden del Mérito del circuito canadiense en 1998, y, desafiando todo lo convenido, anuncia que se va a inscribir para disputar las fases previas y así clasificarse para disputar el Open de Estados Unidos femenino, que se jugará en North Plains (Oregón) del 3 al 6 de julio.

La voz del macho. El hombre que pondrá hechos a las palabras tan finamente expresadas por otro representante del sexo fuerte, el tenista John McEnroe: "Cualquier buen tenista universitario puede ganar a las hermanas Williams, y también las ganaría cualquier hombre del circuito senior". Pero puede que su deseo se quede más en una bravata que en unas cuantas rondas de golf rodeado de mujeres. Mientras el circuito en el que sólo juegan hombres, la PGA, no tiene ninguna norma que impida la participación de mujeres (evidentemente, no la necesita: qué mujer en su sano juicio puede pretender ganarse la vida en unos torneos en los que la superioridad física de sus rivales iba a ser determinante), en el circuito femenino, la LPGA, sí que existe una cautela de género. Una protección necesaria. La Asociación de Golf de Estados Unidos (USGA), el organismo que regula el Open, establece que sólo se pueden inscribir para jugarlo mujeres profesionales o aficionadas cuyo hándicap no supere 4,4.

Una norma que no amilana a Kontak. "Ya veremos", dijo. "Nos buscaremos una forma de superar esa barrera". Imaginen entonces, si los intentos de Kontak tienen éxito y puede levantar una barrera que considera discriminatoria contra los hombres, un circuito femenino dominado por hombres, que se llevarían todas las ganancias y hundirían en la miseria a las mujeres. Ya algunos comentaristas han sacado a colación la teoría del cuchillo con dos filos. Si las mujeres quieren jugar con hombres tendrían que aceptar que los hombres quieran entrar también en su territorio, dicen. Aunque parezca estúpido. Aunque lo único que busque Kontak, que se quedó a las puertas el pasado invierno de conseguir la tarjeta del circuito estadounidense y juega en un nivel inferior, sea publicidad o, como dijo el otro, simplemente un paseo acompañado de una mujer.

"Claro que lo único que busca mi amigo Brian es publicidad", dijo Brian Anderson, un novato en la PGA. "Pero él ha hecho lo que muchos tíos dicen que habría que hacer y no tienen lo que hay que tener para hacerlo. Puede parecer un verdadero tonto, pero ¿qué pasaría si ganara el torneo por 30 golpes de ventaja?"

El mundo al revés, o así. La discriminación positiva a favor de las mujeres, o acción afirmativa, es uno de los pilares de lo políticamente correcto. Pocos discuten que las mujeres han sufrido marginación también en el ámbito del deporte y que cualquier detalle que las ayude a integrarse plenamente nunca será discriminatorio. Pero algunos de los que lo discuten o no lo ven muy claro resulta que son jugadores de golf profesionales. Seres agobiados también por la presión. ¿Qué pasaría si Kontak no sólo no ganara por 30 golpes, sino que incluso no ganara en absoluto? ¿Cuántos egos sufrirían un shock irrecuperable? Bastantes.

Una encuesta reciente del Sports Illustrated entre 75 jugadores del circuito norteamericano revela que, pese a lo que digan los mejores, que han animado a Sorenstam, un 68% está en contra de permitir a las mujeres jugar en el circuito de los hombres. Y puede que hayan depositado en el oportunista Kontak todas sus esperanzas para zanjar de una vez el problema.

Annika Sorenstam, la sueca que jugará contra hombres, y Brian Kontak.
Annika Sorenstam, la sueca que jugará contra hombres, y Brian Kontak.AP

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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