Hacia un código mundial único
Los Gobiernos aprobarán la próxima semana un reglamento para acabar con las desigualdades
Carlos Gurpegui, un futbolista, da positivo por nandrolona y la campaña se desata enseguida. ¿Por qué sigue jugando meses después de su positivo?, se dice. ¿Por qué no se hace con él lo que se hace con los ciclistas, que, al primer análisis, sin más mandangas, se les baja de la bicicleta y se les manda a su casa? Pero, al mismo tiempo, aparece el de atletismo y saca a colación el positivo de Guardiola, también por nandrolona, o el del ciclista Álvaro González de Galdeano, también por el mismo anabolizante. Y el atleta pregunta por qué a él se le suspende por dos años cuando al futbolista o al ciclista se les deja la cuestión en seis meses, que al corredor encima le cuentan durante sus vacaciones. Pero, responde el ciclista, ¿por qué ni a futbolistas ni a atletas se les hace análisis de sangre sacándoles de la cama a las siete de la mañana?; ¿por qué ellos no sufren el parón sanitario, los 15 días de recuperación que se obliga a los corredores que tienen un hematocrito superior al 50%?
Steve Bechler, un pitcher de béisbol, muere después de tomarse tres cápsulas de efedrina, una sustancia prohibida por todas las federaciones y permitida por casi todas las grandes Ligas profesionales de Estados Unidos.
Y dicen los de todas las federaciones asociadas bajo la égida del Comité Olímpico Internacional: ¿Por qué a unos deportistas profesionales se les permite tomar de casi todo para ejercer su trabajo y por qué a otros no nos dejan ni tomarnos cuatro cafés?
Un fiscal italiano ha solicitado el procesamiento de decenas de ciclistas que corrieron el Giro de 2001. Un destacamento de 200 policías registró sus habitaciones una noche en San Remo y les requisó pastillas. La mayoría eran de cafeína. Varios corredores, médicos y masajistas pueden ser condenados a un año de cárcel por la simple posesión de una pastilla de cafeína. Y dicen los italianos, y también los franceses: ¿Por qué nosotros sufrimos una ley penal contra el dopaje y los españoles, suizos y portugueses no?
El gimnasta Gervasio Deferr da positivo por cannabis y probablemete su caso se saldará con una amonestación cuando hay ejemplos de otros deportistas suspendidos por la misma sustancia. Un jugador de rugby francés, Pieter de Villiers, da positivo por cocaína en un control sorpresa y no será sancionado porque la legislación francesa no contempla que fuera de competición se busque el recreativo estimulante. Mientras tanto, el ciclista Jan Ullrich purga aún una sanción de seis meses por un positivo de cocaína en un control sorpresa en Múnich.
El mundo del deporte se ha enfrentado al complicado problema del dopaje de forma tan dispersa, descoordinada e impulsiva que la igualdad ante la ley se ha convertido en una imposibilidad.
El único ente unificador que han sido capaces de crear las fuerzas políticas para atacar al dopaje ha sido la Agencia Mundial Antidopaje, que tres años después de su laborioso nacimiento ha sacado a la luz el primer intento serio de unificar reglamentos, sanciones, conceptos y listas de sustancias. Es el borrador del Código Mundial Antidopaje que la próxima semana aprobarán en Copenhague representantes de los gobiernos de medio mundo.
Después, lo que promete ser más lento, complicado y problemático, los diferentes países deberán incorporar a su legislación nacional lo emanado del código.
Allí se habla de clarificar y reducir la lista de sustancias prohibidas; se definirá lo que es uso terapéutico y la forma de controlarlo; se limpiará de antiguallas y de contradicciones fisiológicas el listado de productos; se regularán los controles fuera de competición; se regulará y unificarán los criterios para las suspensiones provisionales, y, sobre todo, se armonizarán las sanciones. Habrá, o eso se intenta, dos tipos de sustancias. Aquéllas que se pueden hallar en medicamentos de uso cotidiano y que puede tomar el deportista de modo inadvertido. Su uso se castigará con un año de sanción cuando sea la primera violación de la norma, con dos la segunda vez y con una sanción de por vida la tercera. Para las sustancias duras, sobre las que no haya dudas de su uso dopante, la primera sanción será de dos años y la segunda vitalicia.
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