Muere el rey de Marruecos

El rey Hassan II de Marruecos murió ayer en el hospital de Rabat donde fue ingresado horas antes, aquejado de una grave enfermedad respiratoria. Su hijo, el príncipe Sidi Mohamed, ocupará el trono como octavo monarca de la dinastía alauí y asumirá la jefatura del Estado en un país que ocupa una posición estratégica clave para la estabilidad del norte de África y en el que se abren grandes incertidumbres políticas. El centro hospitalario donde falleció el rey Hassan II -quien contaba 70 años de edad- fue protegido por unidades militares, pero en el resto de la capital y del país la situación era tranquila. El nuevo monarca, que reinará con el nombre de Mohamed VI, confirmó anoche la muerte de su padre en un mensaje televisado.

La desaparición de Hassan II pone fin a un reinado de 38 años, en los que el monarca consiguió imponer un régimen fuerte frente a varias amenazas de golpe de Estado y de asesinato. Su muerte deja un vacío de poder que tendrá dificultades para llenar el nuevo rey, de 35 años y escasa experiencia de mando. Durante sus últimos años de gobierno, no obstante, Hassan II procuró una tímida apertura política que culminó en 1998 con la constitución de un gabinete encabezado por un primer ministro socialista, que le permitió a la monarquía gozar de una base social más amplia. La salud del rey de Marruecos era precaria desde hacía ya algunos años, aunque su verdadera dolencia era uno de los mayores secretos de Rabat. El último percance que hizo sonar las señales de alarma ocurrió en 1995 durante un viaje de Hassan II a Estados Unidos, donde tuvo que ser hospitalizado y se vio obligado a cancelar un discurso previsto ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Fuentes no oficiales informaron de otro viaje del rey a Estados Unidos en abril para ser tratado de nuevo de la enfermedad que finalmente le ha provocado la muerte. Hassan II se reunió el pasado día 10 con el rey Juan Carlos en Rabat con ocasión de su cumpleaños. Cuatro días después asistió en París a la celebración de la fiesta nacional francesa. España y Francia constituyen, junto a Estados Unidos, el eje de la política exterior de Marruecos, que también goza de influencia en Oriente Próximo.